Se abre el telón de esta columnejilla con un relato de color subido. Leyolo doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y vino al suelo sacudida por convulsiones de tipo oscilatorio, así llamado porque afecta sucesivamente varios fascículos de un mismo músculo. La ilustre dama, celadora de la pública moral, hubo de ser tratada con una enérgica preparación de eupatorina, glucósido amargo derivado del eupator, planta sinantérea cuyo nombre deriva del apodo que se daba a Mitrídates, rey del Ponto -Eupater, algo así como buen padre-, quien hacía uso de esa planta, de cualidades tónicas, diuréticas, estomáquicas y diaforéticas, para aliviar la dispepsia que padecía. Nadie que no quiera exponerse a un accidente similar debe leer la historia que ahora sigue. Un oficial de tránsito llamó a la puerta de Capronio y le dijo: "Su automóvil ha sido reportado como el vehículo que participó en un accidente, y cuyo conductor abandonó la escena". Dice Capronio: "Desde ayer no he salido de mi casa. El automóvil ha estado todo el tiempo en la cochera". "Entré ahí -aduce el oficial-; toqué la capota del vehículo, y está calientita. Eso significa que el automóvil acaba de ser usado". Replica el tal Capronio al tiempo que se bajaba el zipper: "Toque esta parte. Verá que también está calientita, pero eso no prueba que recientemente haya sido usada"... ¿Cuándo sería la última vez que los expertos del Gobierno en asuntos financieros usaron su cerebro para hacer cálculos confiables relacionados con el sistema de pensiones del Seguro Social y otras instituciones similares? Al borde del colapso se hallan esos sistemas, tanto que algunos expertos aseguran que el año 2012 se colapsarán. Ojalá digan la fecha exacta, para irme al Potrero de Ábrego, a Saltillo, o ya de perdido a Nueva York, y que el colapso no me caiga encima. En efecto, los recursos que se necesitan para pagar las pensiones están a punto ya de superar a los que se requieren para cubrir el costo de los servicios que esas instituciones prestan. No quiero alarmar a nadie -bastantes motivos de alarma tenemos ya los mexicanos-, pero hagan algo, por favor. A nadie le gustan los colapsos... Susiflor le dice a su novio Inocentino: "Cuando estemos casados se acabarán todos tus problemas, todas tus preocupaciones". Responde él: "No tengo ninguna preocupación, ningún problema". Contesta Susiflor: "Eso es porque todavía no estamos casados"... El señor cura don Arsilio le preguntó al hombre que entró en el confesionario: "¿Cuándo fue la última vez que te confesaste, hijo?". Declara el individuo: "Jamás me he confesado, padre. Mi nombre es Samuel Altehr; soy judío, y tengo 70 años. Pero ayer le hice el amor tres veces seguidas a una mujer". Pregunta el padre Arsilio con asombro: "¿Y por qué me cuentas eso a mí". Contesta el otro: "¡A todo mundo se lo estoy contando!"... El panadero vivía en la parte alta de su establecimiento. Una madrugada lo despertaron fuertes golpes en la puerta. Asustado, se asomó por la ventana y preguntó: "¿Quién es?". En la oscuridad oyó la tartajosa voz de un ebrio que le preguntó: "¿Les quedó pan de muerto?". "Sí" -responde el panadero. Dice entonces el borracho al tiempo que empezaba a alejarse: "Eso les pasa por haber hecho tanto"... Don Calvino le dice a su mujer: "¿Verdad que con esta peluca ya no parezco un hombre viejo?". "No -responde secamente la señora-. Ahora pareces una mujer vieja"... La maestra le pregunta a Pepito: "¿Cuántas son dos más dos?". Pide Pepito: "¿Puedo llevar el problema a mi casa, para meditar serenamente la solución?"... Un maduro señor le dice a otro: "Empecé a tomar Viagra, y me dio un resultado fantástico". "¿Ningún efecto secundario?" -pregunta el amigo. "Sí -dice el señor-. A mi esposa le volvieron aquellos dolores de cabeza que le daban todas las noches, y que ya se le habían quitado". FIN