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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Afrodisio Pitongo, galán concupiscente, logró que Dulcilí, muchacha ingenua, lo admitiera en su lecho virginal, pero con la promesa de que no habría consumación del acto: apuntaría él, pero no dispararía. Sobre la cándida doncella estaba el amador, sin trasponer los límites de su promesa, cuando acertó a entrar en la habitación la madre de la joven. Al ver a un hombre encima de su hija la señora pensó en algún asalto, y le propinó a Afrodisio un fuerte golpe en las espaldas. El empellón hizo que el hombre rompiera su promesa, y a consecuencia de dicho rompimiento Dulcilí quedó embarazada. Ahora Afrodisio se defiende en juicio: alega que el papá de la criatura es la mamá de la muchacha... Don Cornulio le confió a un compadre: "mi mujer me está engañando con el vecino". "No lo creo, compadre -replica el otro-. Lo dice usted únicamente para que me ponga celoso"... "Es España bendita tierra / donde puso su trono el amor. / Sólo en ella el beso encierra / armonía, sentido y valor"... De memoria he citado los primeros versos de la canción "El beso", que "Los Churumbeles", con su cantante Juan Legido, hicieron popular en México a mediados del pasado siglo. Nuevo sentido y valor, y armonía diferente, adquirió el beso en España con motivo de la visita del Papa Benedicto. El Pontífice ha condenado en repetidas ocasiones las prácticas homosexuales, y al hacerlo ha dado fuerza a la homofobia que prevalece aún en ciertos sectores de la sociedad. En protesta por eso, numerosas parejas homosexuales se manifestaron pacíficamente ante el Papa. Lo hicieron mediante una "besada", acto que consistió en besarse al paso del ilustre visitante por las calles de Barcelona. Yo simpatizo con la causa de los gays; apoyo su lucha contra la discriminación de que todavía son víctima. Pienso que a nadie le debe interesar lo que cada quién haga con sus partes privadas, si lo hace sin causar daño a los demás ni hacérselo a sí mismo. Quizá a los ojos de algunos ultramontanos España ya no sea la "bendita tierra" que fue en tiempos del franquismo, cuando el Caudillo estaba a partir un piñón con Dios Nuestro Señor, y hacía pactos políticos con Él; pero no cabe duda de que los besos que en Barcelona hubo de ver el Papa encierran sentido y valor, y contribuyen a que vivamos con más armonía en este mundo tan urgido de comprensión y amor... Decía un hombre, mohíno: "Antes mi cartera estaba llena, y mis dídimos vacíos. Me casé, y ahora mis dídimos están llenos, y mi cartera vacía"... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, sorprendió a un ladronzuelo en su recámara. Conservaba la señorita Sinpitier un viejo rifle Remington, calibre .22, que había dejado su papá, y con él le apuntó al caco. "Llamaré a la gendarmería" -le dijo empleando un término que de seguro la Academia desechará bien pronto. "¡No lo haga, por favor! -rogó el muchacho-. ¡Pertenezco a la ayudantía de un diputado! ¡Si mi jefe sabe esto me quitará la credencial!". "¿Por ladrón?" -le preguntó Solicia. "No -contestó el raterillo-. Por haberme dejado sorprender. ¡Pídame lo que quiera, pero no llame a la Policía, por favor!". La madura célibe vio en aquello una ocasión propicia para gozar los deliquios del amor. Hizo entonces que el robusto mancebo le entregara las bien fornidas galas de su mocedad. Lo hizo repetir esa dación, y luego una vez más. Cuando Solicia reiteró por vez tercera su lúbrica demanda, el muchacho no pudo ya ponerse a la altura de las circunstancias. Le dijo entonces la señorita Sinpitier: "Lo siento mucho. Ahora sí tendré que llamar a la gendarmería". ¡Desventurado mozalbete! ¡Cuán útil te habría sido en ese trance un centilitro de las miríficas aguas de Saltillo! Por las virtudes de potenciación que en los varones pone esa linfa taumatúrgica no sólo te habrías librado de la gendarmería: habrías obtenido también, de manos de la saciada señorita Sinpitier, un certificado vitalicio de buena conducta. Eso te permitiría seguir siempre al servicio de tu diputado, que también de por vida, estoy seguro, seguirá libando deleitosamente de la ubre nacional... FIN.

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