Cierta vez ante un médico famoso llegose un hombre de mirar sombrío. Era tartamudo, y quería saber si su mal tenía remedio. Después de breve examen dictamina el médico: "La raíz del problema está en su entrepierna. La Naturaleza dotolo con exceso, y es esa demasía la que tensa sus cuerdas vocales en tal modo que el tartamudeo se presenta. Tendré que cortar eso si quiere usted expresarse con normalidad". Acepta el tartamudo, pues su ilusión era participar en un concurso de oratoria, y el médico procedió a hacer la dicha tala. Al poco tiempo, sin embargo el individuo se dio cuenta de que había cambiado lo más por lo menos. Antes tartamudeaba, es cierto, pero también dejaba tartamudas a las mujeres con quienes tenía trato. Así, regresó al consultorio. "Doctor, -dijo al galeno-. Estoy arrepentido. Le pido por favor que me reimplante la perdida parte". Contesta el médico agitando con energía los brazos: "¡I-im-po-po-si-sible!"... Con otro doctor fue una artista de circo. Estaba embarazada, le dijo, y quería saber por cuánto tiempo más podía seguir realizando su acto sin riesgo. "¿Cuántos meses tiene usted de embarazo?" -inquiere el profesionista. "Siete meses, doctor". " Y ¿en qué consiste ese acto?". "Soy la única mujer del mundo que hace el cuádruple salto mortal en el trapecio, sin red". "¡Qué barbaridad! -exclama el médico-. Actúe este día, pero mañana mismo deje de arriesgarse así". La mujer pregunta, intrigada: "¿Por qué este día sí puedo actuar, y mañana ya no?". Responde el facultativo: "Porque tengo boletos para la función de hoy en la noche"... Pospuestas indefinidamente, ad calendas graecas, como decían los antiguos, han quedado las reformas que necesita este país para salir del atraso en que se encuentra. Falta en los legisladores una virtud: la generosidad. No se cuidan del bien de la Nación, y miran sólo a su interés y al de la facción a la cual pertenecen. Lo peor de todo es que los partidos no se dividen ahora por su ideología. Ya no hay izquierdas ni derechas propiamente dichas; sólo bandos que se disputan el poder por el poder mismo, sin miras a concretar alguna idea política o a poner en práctica un principio. Algún día, pasado el tiempo, un historiador veraz hará el balance de nuestra época y el estudio de las acciones y omisiones de sus protagonistas. Juzgará con severidad, seguramente, a la clase política que ahora tenemos, incapaz de aportar algo valioso a la vida nacional; ocupada sólo en cumplir a la trompa talega sus funciones, y en disfrutar los gajes que derivan de una chamba que, se ha dicho bien, dura tres años, en tanto que la vergüenza de haberla detentado dura la vida toda. Estoy cierto también de que ese historiador juzgará con la mismas severidad, aunque no sean protagonistas de nuestra época, a los escribidores mamucones que en vez de decir con llaneza y claridad: "toda la vida", dicen con estudiada afectación: "la vida toda". Le pregunta un rancherito a otro: "Oye, ¿realmente Candencia es tan ardiente como dicen?". "Más de lo que dicen -responde el otro-. El otro día nos estuvimos besando en la milpa, y todo el maíz se hizo palomitas"... El cura párroco de la colonia fue a altas horas de la noche a visitar a un enfermo. Cuando regresaba a la casa parroquial vio a un vecino que estaba afuera de su casa. Detiene el coche y le pregunta: "¿Qué haces aquí, hijo?". "Me da pena decírselo, padre -responde el individuo-, pero me fui de parranda y olvidé la llave". El señor cura se enoja. "Ninguna persona decente anda fuera de su casa a estas horas -lo reprende-. Toca el timbre y que te abra tu esposa". "Todavía no llega, padre" -contesta el tipo-... Le dice Pepito a su mamá, lleno de orgullo: "Ya sé a dónde se va la cigüeña después de traerte a los bebitos". "-¿A dónde se va?" -pregunta con dulce y tierna sonrisa la señora-. Responde Pepito: "Se mete en el pantalón de mi papá"... FIN.