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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Le dice una señora a otra: "-Tu marido siempre está hablando de sexo". Responde la otra: "-Sí. Es como los meteorólogos: siempre están hablando del tiempo, pero no pueden hacer nada en relación con él"... Don Geroncio, anciano ya pachucho, era viudo y vivía solo. Una de sus hijas contrató a una joven mucama de muy buen ver y de mejor tocar para que lo atendiera. Cierto día llegó la hija a la casa de su padre y se sorprendió al verlo muy amartelado en la cama con la fámula. "-¡Papá! -exclama con tono de gran severidad. "-¡No te creí capaz de hacer esto!". "-¡Y dosh veches!" -replica muy orgulloso el antañón... Iba una pareja por la calle. El hombre llevaba la cabeza metida en una bolsa de papel en la que había hecho dos agujeros para poder ver. Le dice con disgusto la mujer que iba con él: "-¡Por eso no me gusta salir con hombres casados!"... La encargada del laboratorio le informa al cliente: "-Ya están los resultados de su análisis de sangre, don Empédocles: salió 90 por ciento de alcohol y 10 por ciento de botanas"... Recién llegados, más o menos, al ejercicio democrático, los mexicanos no hemos aprendido aún a tener el debido trato con esa señora tan ruidosa, tan latosa y tan costosa que se llama democracia. De ella hemos hecho la apoteosis del caos. Basta asistir a una cesión en la Cámara de Diputados para sentir rubor hasta en el más oculto pliegue corporal. Un palenque, taberna o pulquería son claustro conventual comparados con el herradero en que se convierte a veces el recinto cameral. Los partidos y partidejos han mostrado incapacidad supina para dialogar, y mantienen al país en una parálisis total. La figura presidencial, totalmente opacada, juega un papel de partiquino en este pobre escenario nacional. Así las cosas, hay quienes piden ahora el regreso a un sistema de controles hegemónicos, con una Presidencia fuerte y un Congreso acorde, única forma, dicen, de lograr los cambios que con urgencia necesita la República. Dicho de otra manera, hemos llegado a la democracia para buscar de nuevo -hágame usted el refabrón cavor- la antidemocracia. "... La historia que sigue sucedió hace tiempo, cuando no había aún pañales desechables. Cierta señora llevó a su pequeño hijo con el oftalmólogo. Le cuenta con angustia: "-De repente el niño se volvió bizquito". "-Suceso extraño -pondera el facultativo-. ¿Ha habido casos de estrabismo en su familia?". "-Ninguno -responde la señora-. El niño nació bien. Lo que me llama la atención es que su bizquera comenzó cuando llegó a la casa la nueva criada. Ella también es bizca". Intrigado, el oftalmólogo le pide a la señora que le quite la ropita al niño, y procede a hacerle una cuidadosa revisión. Al concluir su examen dictamina: "-Tendrá usted que cambiar de criada, señora". "-¿Por qué? -pregunta ella-. ¿Se trata de una caso de imitación?". "-No -contesta el médico-. Lo que sucede es que, como la muchacha es bizca, cada vez que le cambia el pañal al niño le pica con el seguro su aquellito. No es de extrañar, entonces, que la criatura se la pase haciendo el bizco"... Termina el primer trance de amor en la noche de bodas. El novio se había esmerado: puso lo mejor de sí mismo tanto en el foreplay como en el performance. La recién casada se despereza en la cama como mimosa gata y exclama ahíta y satisfecha: "-¡Caramba! ¡Y mi papá decía que eres un bueno para nada!"... FIN.

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