La ciencia ha comprobado sin lugar a dudas que el hombre desciende del Pitecantropus Erectus. Claro: no podía descender del Pitecantropus Flácidus... Don Poseidón, granjero suburbano, se preocupaba al ver que los automóviles pasaban a toda velocidad por la carretera que atravesaba su granja. Puso un letrero que decía: "Disminuya su velocidad". De nada sirvió eso: los conductores hacían caso omiso del letrero. Lo cambió don Poseidón por otro aviso que -pensó- surtiría mejor efecto. Decía el nuevo aviso: "Cuidado. Cruce de niños". Tampoco dio resultado la advertencia; igual seguían pasando los automovilistas velozmente. "Déjame a mí" -le dijo al preocupado granjero su mujer, doña Holofernes. Don Poseidón observó días después que los conductores bajaban de pronto la velocidad al pasar frente a su granja. Ninguno de ellos excedía los 20 kilómetros por hora al atravesar la finca. Fue a ver don Poseidón el letrero que doña Holofernes había puesto. Decía: "Campo nudista"... ¿Podrá resistir el edificio moral del continente la publicación aquí de "Los dos Chistes más Pelados del Año"? Hay quienes lo dudan. Consideran que la aparición de tan vitandos chascarrillos hará que se conmuevan los cimientos de esa edificación, tan trabajosamente levantada a lo largo de múltiples centurias. Un chiste pelado quizá podría soportarlo la moralidad. ¿Pero dos? Lean mis cuatro lectores el último día de este mes los anunciados cuentos, y confirmen al siguiente día si la moral del continente americano sigue en pie... No todo es amor y dulzura en estos días de Navidad. En la frontera con Estados Unidos algunos malos agentes aduanales hacen objeto de abusos a los viajeros que han hecho sus compras en "el otro lado"; no toman en cuenta o manipulan a su capricho la franquicia que en esta temporada los beneficia, y los amenazan para extorsionarlos. Luego, cuando el ciudadano le pide al aduanal su nombre para informar acerca de su proceder, el abusivo funcionario oculta el gafete que por ley debe portar, y se niega a dar la información que se le solicita. Si alguien denuncia los malos tratos de que fue víctima, se le indica que la atención de su queja tomará semanas, y se le informa de los complicados trámites que deberá cumplir para que su protesta sea oída. Eso, en la práctica, anula sus derechos. Tal parece que la antigua corrupción en las aduanas vuelve a tener vigencia, o que nunca desapareció. En esta temporada la autoridad correspondiente debería informar con claridad a los viajeros acerca de las mercancías que pueden o no importar, y hacer transparente el monto y aplicación de la franquicia que en estos días se otorga, pues esos inmorales agentes manipulan las normas a su antojo para obtener provecho de quienes cruzan la frontera. Igual sucede con nuestros paisanos que vienen a pasar con los suyos las fiestas navideñas. Son presa de aquellos mismos malos aduanales y de toda suerte de agentes policiacos que los acechan a lo largo de su recorrido para quitarles el dinero tan penosamente ganado con su trabajo allá. Al observar esas bajunas formas de corrupción acabamos por pensar que en México todo tiempo pasado fue igual... Aquella noche don Cornulio llegó a su casa un poco más tarde que de costumbre. Al entrar en la recámara vio a su esposa en la cama con un desconocido. Antes de que el mitrado marido pudiera decir una palabra, su mujer le pregunta con severidad: "¿Por qué vienes tan tarde?". Don Cornulio bufa, indignado: "¿Qué diablos hace en mi cama este individuo?". "¡No me cambies la conversación! -replica ella-. ¿Por qué vienes tan tarde?"... Un ancianito entró en la casa de mala nota y le preguntó a una chica el monto de sus honorarios. "Pero, abuelo -responde con una sonrisa la muchacha al ver la avanzada edad del veterano-. Usted ya terminó". "Ah, caray" -dice el viejito-. ¿Cuánto te debo, linda?"... FIN.