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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

¡Feliz Navidad, queridos cuatro lectores míos! ¡Que el amor, la paz y todas las bendiciones de este día se extiendan a los últimos del año, y a todos los del próximo! ¿Qué puede dar este juglar, viajero de la legua, a cambio de todos los dones de bondad que la gente le brinda en su camino? Nada más un pobre ramillete de mal hilvanadas bigardías. ¿Podrán servir para exornar la cálida charla en el convivio navideño? Así lo espero. Mientras tanto ¡mucha felicidad!... Va Pepito con su papá y le dice: "¿Verdad, papi, que Santa Claus es un viejito gordo, que tiene barba blanca y se viste de rojo?''. "Así es, hijito -contesta el señor sonriendo tiernamente-. ¿Por qué preguntas eso?''. Responde Pepito: "Porque en el clóset de tu recámara está un tipo flaco, de bigote negro, sin ropa, y él y mi mami dicen que es Santa Claus''... Hurgando en un cajón, Pepito encontró un traje de Santa Claus. Fue con su papá y le dijo con gran solemnidad: "Lo sé todo''. "¡Shhhhh! -le impuso silencio el señor lleno de alarma-. ¡Ten estos 50 pesos, y no le digas nada a tu mamá!''. Pepito, desconcertado, fue con su madre. "Lo sé todo'' -le dijo-. "¡Calla! -se asusta la señora-. ¡Que no te oiga tu padre! ¡Toma estos 100 pesos y no le digas nada!''. Sin entender lo que pasaba, pero ansioso por compartir con alguien su secreto, fue Pepito con el vecino de al lado y le dijo: "Lo sé todo''. Los ojos del vecino se arrasaron de lágrimas. Conmovido abrazó a Pepito, y le dijo lleno de emoción: "¡Hijo mío!''... En la tienda de departamentos la niñita se subió a las rodillas del Santa Claus y le dijo: "¿A que no sabes qué tengo?''. El hombre que hacía de Santa Claus le pregunta con dulce sonrisa: "¿Zapatos nuevos?''. "No''. "¿Una linda muñeca?''. "No''. "¿Un perrito?''. "No''. Dice entonces el hombre: "Me doy por vencido. ¿Qué tienes?''. Responde con una gran sonrisa la niñita: "Influenza''... En el cine la linda muchacha le pregunta al sujeto que estaba a su lado: "Perdone: ¿es usted Santa Claus?''. "No'' -responde sorprendido el individuo. Le dice la chica, muy molesta: "¡Pues entonces deje en paz mis medias!''... Le comenta un señor a otro: "Estoy entre la espada y la pared. Mis hijos ya no creen en Santa Claus, y mi mujer cree que yo soy Santa Claus''... El vendedor llegó a la casa, y la niñita le abrió la puerta. "Dime, pequeña -pregunta el agente-. ¿Está tu papá?''. "No -responde la niñita-. Se fue de la casa y no ha vuelto desde que mi mamá vio a Santa Claus entrando en el cuarto de la criada''... Nalgarina Grandchichier, vedette de moda, le dice a su dineroso protector: "¿Recuerda usted, don Algón, que la Navidad pasada me regaló un abrigo de visón, y lo devolví porque me quedaba chico?''. "Lo recuerdo, linda -responde el viejo rabo verde-. Por eso ahora te regalé mejor un cheque''. Le informa Nalgarina: "También me quedó chico''... La mañana de Navidad la abuelita de Pepito le preguntó con una sonrisa dulce: "¿Viste anoche a Santa Claus, hijito?''. "No, -responde el niño-. Pero oí lo que dijo mientras me armaba la pista de carreras que le pedí''. "¿Ah, sí? -pregunta tiernamente la abuelita-. ¿Qué dijo?''. Contesta Pepito: "Dijo: `¿Quién caones sería el inventor de esta ingadera? ¡No la puede armar ni la madre que lo parió!'''. Don Astasio llegó a su casa, y encontró a su señora en conversación más que íntima con un joven y apuesto desconocido. Desconocido para él, naturalmente, pues todos los indicios denotaban que ella lo conocía bien: le decía: "Papashito", "Negro santo", "Cochototas", y otras expresiones que evidenciaban alguna familiaridad. Don Astasio colgó en la percha su saco, su bufanda y su sombrero. Fue luego al chifonier en cuyo cajón guardaba una libreta con adjetivos denostosos para decir a su mujer en tales ocasiones. Regresó a la alcoba y le espetó este vocablo: "¡Pendanga!". "Pero, Astasio -responde ella-. ¡Recuerda que te dije que te tenía preparada una sorpresita para la Navidad!''... El obispo llama al curita joven y le dice: "Escuché cuando ese rico señor te dijo que va a hacer un donativo de un millón de pesos a tu parroquia. La exclamación de júbilo apropiada en esos casos es: '¡Hosanna!' o: '¡Aleluya!', no: '¡Uta! ¡Qué a toda madre, güey!'''... FIN.

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