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De ti para el mundo

Regalos que transforman vidas

Uno de los sectores más afectados por la miseria son los niños. Para ellos la pobreza no sólo es falta de alimento, techo o atención médica, sino también una mayor vulnerabilidad a ser víctimas de explotación o abusos.

Uno de los sectores más afectados por la miseria son los niños. Para ellos la pobreza no sólo es falta de alimento, techo o atención médica, sino también una mayor vulnerabilidad a ser víctimas de explotación o abusos.

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Todos somos testigos de los distintos males que aquejan a nuestro tiempo. Sabemos que la mayoría de ellos se relaciona de alguna manera con la desproporción de la riqueza, y expresamos nuestro descontento, al igual que la esperanza en que las circunstancias cambien. Estamos convencidos de que el mundo y la sociedad están enfermos y necesitan ayuda urgentemente.

El cambio positivo para muchas de las situaciones desfavorables que aquejan a la humanidad no depende de grandes fortunas, sino de pequeños gestos: está en manos de todos contribuir a su solución. ¿Quiere saber cómo ayudar?

Cafés, bares o restaurantes, el hogar o el trabajo: prácticamente cualquier lugar y contexto en el que nos encontremos con una o más personas se convierten en escenario de conversaciones y debates acerca de los problemas que se viven actualmente, a nivel local, nacional e internacional. Las noticias tardan menos que un parpadeo en llegar de un sitio a otro. Esa información es una ventaja pero también trae consigo ciertas implicaciones para nuestra conciencia. No podemos fingir que no sabemos el grave deterioro que atraviesa el planeta porque desde hace años se nos ha bombardeado con útil información al respecto. Tampoco sería lógico aparentar que ignoramos la descomunal pobreza con que se vive en ciertas regiones, si en más de una ocasión hemos visto alguna cápsula noticiosa abordando tal problemática. No sería realista decir que el nuestro es un tiempo de paz, pues a diario gran cantidad de las notas de prensa y televisión son dedicadas a describir los últimos incidentes sangrientos causados por alguno de los muchos conflictos armados que atribulan a la humanidad.

Es evidente que hoy en día predomina una tendencia a esperar que ‘alguien más’ resuelva los conflictos; la mayoría de la gente prefiere no asumir una actitud participativa ni proactiva. Ello se debe a que “la sociedad contemporánea es tremendamente individualista, es uno de los signos más notorios del modo de producción capitalista, sobre todo de su expresión neoliberal, que no promueve las acciones solidarias”, explica la Antropóloga Leonor Domínguez.

Frases como “es increíble que algo así pase en pleno siglo XXI” o “¿cómo puede ser posible que la gente permita ese tipo de cosas en estos tiempos?”, empiezan a gastarse por tanto emplearse en las pláticas. Y no es que sean dichas con falsa preocupación, pero usualmente no van acompañadas de posibles soluciones, nos conformamos con señalar el conflicto. A lo mucho achacamos a alguien más el compromiso de remediar cualquier mal, por ejemplo el gobierno o alguno de los nombres que encabezan la lista de los más ricos del mundo. Pero ¿qué nos hace creer que las fortunas de Carlos Slim, Bill Gates o Warren Buffet, por más vastas que sean, alcanzarían para solventar las carencias de miles de millones de personas alrededor del orbe? Y ¿por qué aguardar a que alguno de ellos se encargue de resolver la situación?

Si bien el mundo se ha ‘hecho pequeño’ por la cercanía que nos permiten los medios de comunicación, paradójicamente “la dinámica del sistema nos tiene metidos en una situación en la cual aquello que no me afecta a mí, no es de mi incumbencia”, agrega Domínguez. En otras palabras, al enterarnos de que cierto problema se presenta en un sitio que nos es ajeno, una reacción común es pensar: “Para qué preocuparme, si no está pasando en mi entorno”.

“Tengo mis propios problemas”, “¿qué podría hacer desde donde estoy?”, o “muy apenas puedo mantenerme”, son asimismo argumentos comunes. Regalar una moneda en la calle no es la solución, pues no deja de ser una conducta asistencialista.

No obstante, trabajar por un cambio significativo es más fácil de lo que quizá supongamos. Existen numerosas asociaciones enfocadas de lleno a tratar de solventar -o al menos atenuar- las necesidades que un sinfín de seres vivos enfrentan a diario. Se trata de agrupaciones serias, respaldadas por varios años de labor incansable que ha dejado ya una huella positiva en incontables vidas.

Para apoyarlas no hace falta que tengamos un cuantioso patrimonio; su excelente estructura permite que ellos hagan maravillas valiéndose de aportaciones mínimas: muchos se asombrarían de saber lo que son capaces de lograr con menos de lo que cuesta un par de zapatos, el boleto para un partido de fútbol o incluso una pizza. La pregunta es: ¿de verdad queremos un mundo distinto? ¿Estamos dispuestos a trabajar en él?

DIEZ LLAMADAS DE AUXILIO

Cuando se tiene el propósito de ayudar, las alternativas sobran. Hoy en día la distancia no es un obstáculo para quien decide incorporarse a un proyecto de auxilio humanitario, lo único que se requiere es voluntad. Por ello en esta ocasión, apreciado lector, quisimos poner a su disposición la información más relevante acerca de 10 asociaciones consagradas al mismo número de causas: 10 invitaciones a marcar una diferencia positiva para este mundo nuestro, esperando que al conocer un poco acerca de su invaluable labor, usted valore la posibilidad de sumarse a aquélla que resulte más cercana a sus ideales y posibilidades.

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