Desastre. Un hombre arroja por la ventana algunas de sus pertenencias manchadas por el lodo rojo desde su casa en Devecser. EFE
Los equipos de descontaminación trabajan contra reloj para evitar que la riada tóxica que ha devastado el oeste de Hungría llegue al Danubio, el segundo río más largo de Europa, y que el desastre ecológico sea mayor.
En las últimas horas se han vertido toneladas de yeso desde los puentes sobre el río Marcal para tratar de contener la ola tóxica que aniquila todo rastro de vida a su paso y evitar que desemboque en el río Raab, afluente del Danubio, a unos 100 kilómetros. "Esperamos poder parar la contaminación antes de que llegue hasta el Danubio", dijo el ministro, Sándor Pinter. Alrededor de 40 kilómetros cuadrados en los que viven 7 mil personas han quedado anegados por una capa de varios centímetros de fango rojo contaminante, altamente venenoso, que ha causado un desastre medioambiental sin precedentes en el país.