Una de las cosas que obstaculiza alcanzar las metas de reducción de emisiones de gases de efecto de invernadero y de la temperatura del planeta es el mediano desarrollo y disponibilidad de tecnologías limpias que reemplacen a las que actualmente se emplean, que sean más amigables con el medio ambiente y que sean también competitivas en el contexto económico. Otros enfoques, aun menos desarrollados, se orientan a la búsqueda de tecnologías capaces de fijar en el corto plazo los excedentes de carbono que seguramente se seguirán emitiendo a la atmósfera mientras exista la energía concentrada de los combustibles fósiles cómo el petróleo, el gas y el carbón. Cuando hablamos de tecnologías nos referimos a los "cómos", cómo le vamos a hacer para disminuir el dióxido de carbono y otros gases en la atmósfera, al grado de evitar que se siga aumentando la temperatura del planeta.
Sobre el segundo enfoque, la situación es digamos complicada, no se ha desarrollado hasta ahora ninguna tecnología que tenga la capacidad de tomar el carbono de la atmósfera y ponerlo a dormir en el suelo. Por ello, dos personas que seguramente se sienten culpables y que se autoimpusieron sendas penitencias, el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, y el magnate británico Richard Branson anunciaron en el 2007 un premio de 25 millones de dólares para científicos que puedan desarrollar una forma de reducir gases de efecto de invernadero en la atmósfera y ayudar a combatir el calentamiento global. Branson, fundador del Virgin Group, otorgará el dinero del premio Virgin Earth Challenge a quien desarrolle la tecnología capaz de eliminar dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero al ritmo de 1.000 millones de toneladas al año. El mismo Branson comentó recientemente en una entrevista que le hicieron durante la Cumbre de la Tierra en Cancún, que Al Gore será quien integre el panel de jueces que otorgará el premio.
A propósito de Al Gore, recientemente publicó su libro "Nuestra Elección. Un Plan para Resolver la Crisis Climática", editado por Océano gedisa. Se trata de una obra que rebasa sin duda, es mi opinión, su documental ampliamente conocido llamado "Una Verdad Incómoda", que fuera galardonado con el Óscar de la Academia. El libro presenta de una manera muy sencilla y con muchas ilustraciones las tecnologías disponibles para combatir el calentamiento global y el cambio de clima del planeta. Después de una breve introducción, en el apartado Nuestras Fuentes de Energía, revisa ampliamente las fuentes alternativas de energía y su enorme potencial en todos los sectores de la economía, las llama de la siguiente manera: Electricidad a partir del sol, cosechando vientos, inmersos en energía geotérmica, el cultivo de combustibles, captura y almacenamiento de carbono y la alternativa nuclear. En este apartado se presenta una gran cantidad de ejemplos de cómo en los diferentes países se aprovechan sus recursos disponibles para generar energía, así se muestran los espejos parabólicos del Desierto de Mojave en California y de Sevilla, España, que concentran la energía del sol en centrales solares de generación de electricidad, o los más de 1000 paneles solares fotovoltaicos ubicados sobre el tejado de la sala de audiencias Pablo VI, en el Vaticano, que suministran calefacción, refrigeración e iluminación al edificio. Lo mismo ocurre con las otras fuentes energía, deteniéndose incluso en aquellas en las que existe duda y posiciones encontradas, como el uso de alimentos para producir biocombustibles o el riesgo implícito en el uso de la energía nuclear. El libro es muy recomendable, ya que pasa muy rápidamente del diagnóstico a un plan de solución.