Desgarradora
Muchas familias esconden profundos secretos que cuando salen a la luz, cual caja de Pandora, desencadenan situaciones inesperadas que logran cambiar la vida de quienes forman parte de ellas.
Esto, ocurrió ayer en el Teatro Nazas con la obra Todos eran Mis Hijos la cual, en dos funciones, congregó a sólo unos cuantos laguneros que se deleitaron con una historia llena de sorpresas y momentos inesperados.
Por las dos presentaciones se registraron 750 espectadores (cifra oficial). El elenco lo encabezaron Fernando Luján y Diana Bracho, quienes ofrecieron una verdadera cátedra de actuación, sin restar el trabajo escénico Silvia Navarro, Osvaldo Benavides, Miguel Pizarro, José Carriedo, Viridiana Olvera, Valeria Maldonado y Mario Loría.
La primera función de la puesta original de Arthur Miller, que dirige Francisco Franco y producen Jorge y Pedro Ortiz de Pinedo, inició a las 7:00 de la tarde, media hora después de lo programado. Un sonido de motores de aviones fue el detonador para que el telón se abriera.
El patio de una residencia ubicada en las afueras de una ciudad de la Unión Americana con jardín podado, pero con un árbol tirado por el aire, tal y como ocurrió en La Laguna días atrás, y en una tarde como cualquiera le dio la bienvenida al público; además de dos mesas, seis sillas, una mesedora y una banca.
Pizarro caracterizado de "Jim Bayliss" fue el primero en hablar y con pipa en mano se dispuso a intercambiar opiniones con "Joe Keller" (Luján); posteriormente "Frank" (Carriedo) se incorporó a la charla.
A la par que el trío de caballeros parlaban, entraron en acción "Sue" (Olvera) , "Lydia" (Maldonado) y "Chris" (Olvera).
Los aplausos se dejaron escuchar cuando se inmiscuyó en la trama "Kate", (Bracho), al igual que con "Anne" (Navarro).
Cada diálogo evidenciaba el drama de la familia "Keller", que sufre por la pérdida de "Larry", uno de sus hijos.
Los asistentes, en su mayoría del sexo femenino, hicieron suya la trama, sobre todo porque el sentimiento de culpa que ahí se vivió le llegó a más de uno.
Benavides, "George", figuró poco en la puesta, sin embargo, como él mismo dijo en entrevista con esta casa editora, su personaje jugó un papel muy importante en la historia.
Todos Eran mis Hijos mostró una sencilla escenografía, lo que sí fue vital para el desarrollo de la obra fue la iluminación, que servía para resaltar los distintos momentos a los que se someten los personajes.
Tras dos horas de reflexión y sentimientos encontrados, un fuerte ruido y la ausencia de luz anunciaron el fin del montaje, no sin antes, los actores, en parejas se despidieran del público que se dio cita en el Nazas.
Tan vigente como en el 47
Todos Eran mis Hijos, de la autoría de Arthur Miller se desarrolla en el año de 1947 en el contexto de la posguerra. A través de cada línea, Miller lanza una sórdida denuncia social que critica a la humanidad: su corrupción y su avaricia, a través de los actos de la familia Keller.
A detalle
Antes y después de la obra hubo "detallitos".
⇒ La primer función inició media hora después de lo programado, lo que originó que ocurriera lo mismo en la segunda.
⇒ Una de las personas que se encargó de traer el montaje dijo a esta casa editora, que Silvia llegó al Nazas de muy mal humor, "incluso ni nos contestó el saludo en los camerinos".
⇒ Algunas personas que se encontraban en las áreas de atrás, al apagarse las luces del teatro y como las funciones no registraron de una excelente asistencia, se pasaron a las de adelante.
⇒ Diana Bracho y Fernando Luján ya habían coincidido en la novela Cadenas de Amargura.
⇒ Alpha Acosta, María Aura y Martín Altomaro no pisaron suelo lagunero, en su lugar, actuaron Viridiana Olvera, Valeria Maldonado y José Carriedo, respectivamente.