Llanto. Vecinos de Mequínez lloran la muerte de las víctimas por el derrumbe del minarete de la mezquita de Bab el Berdiyine.
El derrumbe del minarete de una mezquita en Mequínez, en el centro de Marruecos, causó un total de 41 muertos y 75 heridos, según las autoridades, que anunciaron el final de las tareas de rescate.
El Ministerio del Interior indicó en un comunicado que las labores de rescate finalizaron al mediodía y que tras las mismas, en las que participaron entre otros miembros de las fuerzas armadas, ya no quedan más cadáveres bajo los escombros.
Alrededor de la pasada medianoche las fuerzas de seguridad desalojaron a los voluntarios de la mezquita y la mañana de ayer perros adiestrados hicieron el último rastreo antes de dejar paso a las excavadoras.
La entrada de esas máquinas fue la señal definitiva que ya no había esperanzas de encontrar a sobrevivientes, que han sido trasladados a hospitales de Mequínez y de la cercana Fez.
La mañana de ayer tuvo lugar cerca de la mezquita derruida una oración colectiva en recuerdo de los muertos, en la que participaron, según dijeron testigos, responsables regionales y provinciales, y numerosos vecinos y familiares de las víctimas, entre las cuales hay al menos dos menores.
Las escenas de caos que siguieron a la caída del minarete, que echó abajo prácticamente la mitad del templo, fueron sustituidas por la preparación de los funerales, que empezaron ayer por la mañana y se prolongaron a lo largo del día.
La desolación se ha apoderado del barrio de Bab El Berdiyine, uno de los más antiguos de la medina de esa ciudad imperial, dado que a él pertenecía la mayoría de las víctimas.
El rey Mohamed VI de Marruecos, que envió a los ministros del Interior y de Asuntos Islámicos al lugar para supervisar las labores de rescate, costeará personalmente las exequias.
Las autoridades apuntan a que las fuertes lluvias caídas durante esta semana en la región de Mequínez fueron la causa determinante de la caída de la torre desde la que se llama a los fieles al rezo en la mezquita.
Sin embargo, algunos vecinos apuntan a que la situación de ese templo, levantado a finales del siglo XVIII, era muy precaria desde hace tiempo y necesitaba una profunda restauración.
Al elevado número de víctimas contribuyó que el suceso tuviera lugar nada más comenzar la oración del mediodía del viernes, la más importante para los musulmanes, cuando había centenares de personas dentro.
Tras esta tragedia, el Ministerio del Interior informó que el monarca solicitó un peritaje urgente de todas las mezquitas antiguas del país.
Siguiendo las instrucciones reales, en las diversas provincias marroquíes se van a establecer comisiones con representantes locales y ministeriales para examinar el estado de esos edificios religiosos y de sus dependencias.
