Una vez pasada la fiesta por el Bicentenario, deberíamos pensar en cómo aprovechar los saldos del festejo. Lo bailado ni quien nos lo quite, pero si algo quedó de ese espíritu que sale a relucir cada 15 de septiembre y si gritamos a todo pulmón ¡Viva México!, mantengamos ese impulso, ese grito unido y pasemos a una nueva etapa de pensamiento y acción.
Gastamos horas en discutir sobre el programa, sobre quién diseñaría el desfile, el monto de los gastos, que si eran muchos millones, que había que festejar a lo grande, "echar la casa por la ventana", decían, que la fiesta fuera de clase mundial, que si el faro que todavía no se inaugura. Lo malo es que luego nos quedamos atorados en esa tonta discusión.
Hay que traspasar ese nivel de conversación. Detonar un verdadero ejercicio de reflexión en todos los niveles. En familia, aprovechando el libro de Historia de México que la Presidencia de la República repartió en cada hogar. Es un principio, leer con nuestros niños cada tema, revisarlos, escuchar que nos dicen. En la escuela, que los maestros enseñen con detalle la historia, de acuerdo al grado escolar, tratar de responder las preguntas que nos hacen los estudiantes, hacernos nosotros nuevas preguntas, así hasta la secundaria y la universidad, los centros de estudio, intelectuales, investigadores, los ciudadanos, políticos y autoridades.
Por supuesto que parte de esta discusión se ha provocado. Se hicieron programas de televisión, de radio, hasta películas con el tema, se publicaron libros y artículos con nuevos enfoques de la historia. Se trata de tener claridad sobre lo que pasó y de ahí partir hacia el futuro. La historia que aprendimos en la escuela era oficialista, tendenciosa a veces, centrada en la vida de héroes sin mancha. Próceres a los que, cada año les recitábamos loas y poemas exaltando sus virtudes. Nada sabíamos de sus fallas y errores. Atendamos lo que los expertos han sacado a la luz y sobre eso dialoguemos, preguntemos, cuestionemos lo que dicen.
Letras Libres, la revista mensual que dirige Enrique Krauze, ha venido publicando interesantes entrevistas a historiadores, algunos extranjeros que han sacado nuevas luces sobre la guerra de independencia y la revolución. Podrían los maestros de secundaria y preparatoria bajar estos textos de la red y leerlos con sus alumnos, que les aporten nuevos conocimientos.
Al leerlos me han surgido muchas preguntas: ¿si Hidalgo no hubiera existido, alguien más habría dirigido el levantamiento? Otra pregunta, ¿Por qué fue tan fácil para Hidalgo contar con tantos seguidores, en su mayoría indígenas que poca o nula información tenían sobre lo que estaba pasando en España? ¿Se fueron como "el Borras"? ¿Qué razones tenían para dejar familia y tierras para irse a pelear contra los españoles? Si ahorita con los niveles de información que tenemos es difícil mover a las masas.
Enrique Krauze en su libro de Héroes y Mitos, plantea varias reflexiones que me parecen interesantes. Por ejemplo, se pone a investigar cómo fue y desde cuándo se decretó el festejo cada 16 de septiembre. Encuentra a lo largo del siglo XIX un debate entre celebrar el levantamiento de Dolores, con Hidalgo a la cabeza o celebrar el de Iguala, un 27 de septiembre, 11 años después, con Iturbide como héroe. Y según los historiadores gana Hidalgo. ¿Por qué? Habría que preguntarnos.
Habla sobre lo que el legislador poblano José María Lafragua expresó en 1843, al explicar el movimiento de independencia "como un cambio inevitable de mentalidades".
Me parece una muy acertada explicación de este legislador. Lo que el movimiento de independencia dejó fue un cambio de mentalidades, pasamos de vivir bajo el régimen de un virreinato súbdito de España a ser un país independiente. Trato de imaginar cómo serían esos primeros años de reacomodos, reorganización, elaboración de las leyes que normarían la convivencia. La sociedad debió ir transformando su mentalidad. Con la educación lo primero que cambia es la mente.
Pienso que doscientos años después esta explicación es muy actual. Tenemos que cambiar de mentalidad si queremos un mejor país, cómo nos hace falta en estos momentos un cambio de mentalidad en los que nos gobiernan.
Del mismo Krauze, hablando de las críticas que algunos historiadores hacían contra los insurgentes, en especial contra Hidalgo, Melchor Ocampo, quien en 1852 era gobernador de Michoacán no estaba de acuerdo con esas críticas. Hay que recordar que eran los años en que "la desgraciada república vivía el espectro de la pérdida de la patria" que mantenían "en vilo el alma colectiva" decía Ocampo. Y me pregunto ¿no es así como vivimos actualmente? La lucha del crimen organizado nos tiene a los mexicanos con el alma en vilo. No hay región que se escape.
En otro nivel el excelente libro del Colegio de México sobre la Historia de México. En él, cada capítulo investigado por un especialista nos va llevando por los diferentes pasajes de nuestra historia. De él podemos extraer un sinnúmero de preguntas, temas para conversar y conocer más sobre nuestra historia.
Una buena idea es aprovechar la tecnología de hoy, compartir en las redes sociales con amigos y/o familiares tus comentarios sobre la historia y lo que 200 años de vida independiente nos han dejado. ¿Qué significa para ti ser mexicano? ¿Cómo percibes la historia? Es una buena manera de conversar.
Sólo así podemos seguir creciendo como país. Además de fiestas y desfiles, lo que queda es el conocimiento de nosotros mismos. Sin ello las fiestas son estériles.