Por los cuerpos. Soldados resguardan la entrada de una camioneta del Servicio Médico Forense al Cereso de Durango para recoger los cuerpos de los reos asesinados.
Durango
El reloj marcaba las 10:00 de la mañana, un hombre salió de las oficinas del Cereso, traía una hoja blanca en la mano, las decenas de personas que esperaban saber la identidad de los reos muertos lo siguieron con la mirada hasta que llegó a la malla perimetral del penal; el llanto y los gritos se apoderaron de la gente cuando aquel hombre empezó a leer uno a uno los nombres de los internos que fueron asesinados, no podían creer que uno de los occisos era su familiar; posteriormente, en silencio se retiraron rumbo a la Procuraduría para realizar los trámites y reclamar los cuerpos.
Ayer nuevamente se suscitó una masacre en el interior del Centro de Readaptación Social (Cereso) de la capital, fueron 23 los internos ejecutados con puntas metálicas hechas por los propios reos.
De acuerdo a los datos proporcionados por el procurador general de Justicia, Daniel García Leal, nueve de los occisos estaban purgando una pena por el delito de secuestro, seis por delitos contra la salud, cuatro por homicidio y los otros por portación de arma de fuego, robo, violación y lesiones.
VAN MÁS DE 70 PRESOS EJECUTADOS
De acuerdo a archivos periodísticos, en menos de 14 meses en los Ceresos de la capital y de Gómez Palacio, han asesinado a más de 70 internos, homicidios en su mayoría relacionados con la delincuencia organizada.
El primer reporte relevante fue el 2 de noviembre del 2008, cuando fueron asesinados nueve internos, el año pasado fueron ultimados siete más también en el penal de la capital.
En julio la violencia se trasladó al Cereso de Gómez Palacio, cuando mataron a seis presos más y en agosto en el mismo penal se suscitó una ejecución masiva con saldo de 20 víctimas.
Otros de los homicidios en los citados centros penitenciarios se presentaron en junio, julio y agosto, sumando más de 70 internos ejecutados, incluyendo los 23 del día de ayer.
DETALLE A DETALLE
A las 7:00 de la mañana se abrieron las celdas para pasar lista y prepararse para el desayuno, diferentes grupos de presos se abalanzaron al área de control, llevaban puntas metálicas elaboradas por ellos mismos en los talleres del penal, con las que atacaron al parecer a miembros de un grupo diferente al que predomina en el lugar.
Se activó el "Código Rojo" poco antes de las 7:30, según lo comentó el comandante de la Décima Zona Militar, Moisés Melo García, pero cuando llegaron junto con los policías municipales los custodios del Cereso ya tenían controlada provisionalmente la situación.
Posteriormente llegó el personal de la Procuraduría, entre ellos agentes del Ministerio Público, investigadores y del Servicio Médico Forense (Semefo), mientras tanto las ambulancias de la Cruz Roja ya se retiraban vacías, pues no se presentaron lesionados de gravedad.
El reporte señaló que varios de los occisos murieron por hemorragias provocadas por largas heridas en el cuello y otros con profundas lesiones en varias partes del cuerpo, al parecer usaron puntas gruesas y largas.
A las 8:30 salió una camioneta del Semefo cargada con más de 12 cadáveres y una patrulla de la Procuraduría con el resto de los cuerpos.
Minutos después llegaron elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y aparte arribó el general Moisés Melo García y tras ingresar al penal para inspeccionar la zona salió y dio una entrevista a los medios de comunicación; ahí confirmó los 23 occisos, mientras que las decenas de personas que tenían familiares en el interior gritaban con desesperación para que les dieran a conocer la lista de los asesinados.
MOMENTOS DESGARRADORES
Fue alrededor de las 10:00 de la mañana cuando salió un funcionario del Cereso y al llegar a la malla perimetral se subió a unos costales de arena y empezó a leer uno a uno los nombres de los internos muertos.
El llanto y los gritos no se hicieron esperar cuando las personas que estaban afuera escuchaban el nombre de algún familiar en la lista de finados.
No lo podían creer, en varias ocasiones pidieron que repitiera los nombres de los occisos con la esperanza de que hubiera un error o que escucharan mal, pero no, la realidad era ésa, habían matado a uno de sus familiares.