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Agua

YAMIL DARWICH

Sin duda habrá más guerras en el mundo; la sencilla razón es que nunca ha dejado de haberlas, aunque ahora serán por el agua.

Le comento que eso no es nuevo para los laguneros; de hecho, en siglos anteriores, la distribución del agua creó conflictos y escaramuzas armadas entre habitantes de Tlahualilo y San Pedro, cuando los segundos, se sentían afectados por la limitación del recurso; y aún antes, con los dueños de los primeros asentamientos en Torreón y Gómez Palacio, quienes llegaron a confrontarse, organizados en bandos de Coahuila y Durango, por el derecho de uso del líquido elemento.

Si en aquellos tiempos el agua creaba problemas por ser incontenible -arrasó el primer Torreón, construido para vigilar la llegada de indios- hoy día, tenemos dificultades y amenazas por su agotamiento.

Piense que, en números redondos, sacamos del acuífero el doble del agua que recibe y a ese paso nos la acabaremos rápidamente; prueba de ello son los constantes incrementos en profundidad de pozos y casos de hidroarsenicismo en la región.

El descuido que tenemos con el uso del agua es escandaloso.

Reflexione el dato: en los países donde abunda - Suecia o Canadá- utilizan 150 litros por persona; nosotros el doble.

Es común ver citadinos desperdiciándola a "manguerazos" para lavar autos o anegando jardines a pleno sol; de las autoridades ni qué decir: mantienen fugas en el sistema de distribución urbano, mayores al cincuenta por ciento y a la fecha no han dado solución definitiva.

Francisco Martín Moreno, en su libro "México Sediento", advertía que el 70% de nuestro territorio ya está desertificado; con ello, se forma un círculo vicioso que retira las lluvias y limita las recargas subterráneas y de presas.

La solución parece lejana; en tanto, la deforestación de México, no es contenida por falta de recursos, voluntad política y corrupción.

Moreno, escribe que el medio millón de personas que habitaban el Valle de México, hasta inicios del siglo anterior, se ha incrementado a más de 20 millones de habitantes; que de 140 mil hectáreas verdes, ya se ha perdido el 50 por ciento.

Con la primera inundación del México Colonial -1607- se habló de la necesidad de construir un desagüe adecuado y en 1622 se presentó otra más, sumergiendo bajo seis metros de agua a la entonces ciudad capital, mismas que se repitieron en 1707, 1714 y 1798.

Los primeros intentos de controlar las aguas correspondió a Porfirio Díaz, con el inicio de la construcción del canal de desagüe, mismo que terminó Luis Echeverría, dando origen a otro problema mayor: la desecación del subsuelo por la sobreexplotación del agua por bombeo, agravada por aplicar planchas de concreto al extenderse el área metropolitana, limitando la recarga de por sí escasa, considerando las periódicas sequías en el territorio nacional.

Actualmente, algunos diputados encabezados por Rubén Moreira, han propuesto una reforma a la Ley de Aguas, con el fin de prevenir o remediar la sobreexplotación de los acuíferos; proteger o restaurar los ecosistemas; preservar fuentes de agua potable o liberarlas de la contaminación; preservar y controlar la calidad del líquido elemento y empezar a controlar o al menor reducir la escasez o sequía extraordinaria. Sin respuesta la fecha.

La propuesta está basada en evidencias que son harto conocidas e igualmente desatendidas, como son: el cambio climático -aún discutiendo sus causas- y el abatimiento de aguas subterráneas, que representan el 70% del volumen que consume la población.

La Comisión Nacional del Agua, reconoce que 173 de los 653 acuíferos de nuestro país se encuentran sobreexplotados, principalmente en la zona norte. Además, a partir de la década de los setenta, la tendencia en el abuso ha ido al alza y buena parte se debe a la falta de legislación, instrumentos legales e incapacidad profesional para enfrentar el problema. En cualquier caso, podemos encontrar ignorancia técnica para corregir, deficiencias en sistemas de control y/o regulación y hasta corrupción de autoridades y funcionarios, promovida por los consumidores inconscientes que sólo piensan en sus intereses y convencen a quienes les supervisan.

Si ahora disfruta de un buen "regaderazo" matinal o ver a sus hijos bañarse en el patio con la manguera a llave abierta, ¡a todo lo que da!, piense en el futuro, cuando el agua será limitada y hasta racionada en La Laguna, como ya se hace en otras ciudades del norte de México.

Sé que el principal problema está en el uso agrícola, ganadero y en menor grado industrial; pero, en tanto no exijamos leyes acordes a nuestras necesidades y previsión futura, estaremos siendo cómplices en el daño ecológico causado y de nada nos servirá quejarnos o hacer plantones interrumpiendo el tráfico en carreteras federales o vías municipales.

Lo invito a que reflexione y tenga el correspondiente cuidado del agua, al menos en su casa.

Ydarwich@ual.mx

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