Jóvenes Columnistas

¿Dios existe?

Luis Mata Ortega

¿Es el hombre sólo un fallo de Dios, o Dios sólo un fallo del hombre?

Friedrich Nietzsche

Una de los más grandes cuestionamientos que el ser humano, como especie, se ha hecho a sí mismo a lo largo de la historia, se encuentra estrechamente ligado con la posibilidad o imposibilidad de la existencia de un ser supremo o absoluto; para ello, ha recurrido a distintos caminos que, desde su realidad temporal y espacial, le han sido provechosos. El nombre que usualmente se le ha dado a este ser es: Dios (es redactado con mayúscula por representar a un ser absoluto).

En la actualidad, constantemente se hace alusión a que el problema de la existencia de Dios es meramente histórico, cultural o religioso, puesto que se ha llegado a tal punto en que existe una irrelevancia o despreocupación hacia el problema más importante y perenne de la filosofía y del pensamiento humano en general; se ha ido experimentando paulatinamente la vida sin Dios alguno (pese a que muchos individuos se hagan nombrar creyentes), y esta es una consecuencia de la posmodernidad en la que vivimos.

Como resultado, esta etapa (la posmodernidad) ha influenciado a una elevada cantidad de individuos que, de acuerdo con Mario Aguilar en su ensayo "Renovadas embestidas a la fe en Dios", han contribuido con el hecho de que se vaya dejando de lado la razón ilustrada, además de que continuamente se critique toda pretensión totalizadora de la razón humana misma, cristalizada en los esfuerzos de los pensadores por ofrecer explicaciones racionales a los problemas que la realidad nos presenta.

Lo anterior ha servido como "tierra fértil" para que corrientes como el agnosticismo, la incredulidad, el escepticismo y la indiferencia, estén siendo adoptadas (y quizá no siempre conscientemente) por la mayoría de los seres humanos; debido a ello se ha ido gestando un indiferentismo hacia el problema de Dios que, más que beneficiar al individuo, lo conduce a olvidarse de la relevancia de la reflexión (racional) en su vida.

En el terreno de la exposición sobre la existencia o inexistencia de Dios, resulta lógico y obvio el hecho de que no exista ninguna prueba de evidencia inmediata de su existencia, lo cual debe conducirnos a reconocer que es imposible tener la certeza, desde la experiencia a través de los sentidos, de que un ser supremo realmente existe. Y si se revisa esta postura (que tendría que ser desde el positivismo, donde sólo se admite como verdadero el conocimiento derivado de la aplicación estricta del método científico) se pudiera concluir sin más que: Dios no existe.

Sin embargo, y pese a que en la actualidad se critique todo intento de obtener conocimiento por otras vías que no se apeguen al método científico, cabe señalar que algunas religiones alrededor del orbe han hecho un esfuerzo por armonizar la fe en Dios y el uso de la razón para llegar al conocimiento de la existencia del multicitado ser, puesto que después de la etapa medieval, donde se ofuscó la razón, se intenta actualmente su conciliación.

Es así como al día de hoy, estos dos caminos, básicamente, han sido recurridos por el ser humano para tratar de dar respuesta a la pregunta ya planteada: el de los creyentes y el de los no-creyentes. Empero, como ya se dijo, la indiferencia ha sido la verdadera triunfadora en esta lucha en contra de la razón. Es por ello que, especialmente hoy, necesitamos cuestionarnos sobre la influencia de Dios en nuestras vidas, a través del uso profundo de la razón y la reflexión, poder encontrar la respuesta a la pregunta: ¿Dios existe?

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