La guerra contra el narcotráfico y la detención de capos y operadores locales de los cárteles ha sobrepoblado con reos federales los penales de los Estados "calientes" del país, convirtiéndolos en centros de tensión, donde se reproducen las pugnas entre las bandas del crimen organizado.
Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa y otras entidades agobiadas por la narcoguerra, sufren hoy este fenómeno.
Por ejemplo, en Nuevo León, donde 25 por ciento de los 6 mil 403 reclusos del sistema penitenciario corresponde a reos federales, la saturación ha generado que hasta seis internos compartan una misma celda.
Hace dos años, el porcentaje de reos federales en los penales estatales era de apenas el 12 por ciento.
Los internos por delitos del crimen organizado comparten espacios con reos comunes y presos en espera de una sentencia.
En medio de esta saturación, los detenidos por delitos contra la salud llevan sus pugnas y diferencias a los centros penitenciarios, donde buscan hacerse con el poder interno.
En Ciudad Juárez, Chihuahua, José Carlos Hernández, director del penal estatal, dijo que las bandas han provocado riñas mortales adentro del Cereso, como el pasado 9 de octubre, cuando murieron dos integrantes de una banda.
"Este Cereso estatal ha estado en los últimos años convulsionado, precisamente porque se encuentran aquí entre la población penitenciaria líderes de bandas del crimen organizado", señaló en entrevista.
En Matamoros, Tamaulipas, donde dos cárteles se disputan la plaza, las fugas masivas y la lucha entre las bandas ha obligado a las autoridades a duplicar este año el número de custodios y la seguridad en el Centro de Ejecución de Sanciones de Matamoros, que alberga a mil 286 internos.
