DURANGO ESTÁ EMBOTELLADO... A SIMPLE VISTA
Durango es un caos. Y podría estar peor...bueno, se supone.
Llega la temporada navideña y con ella la época de mayor actividad comercial en prácticamente todo el mundo; nuestra ciudad no se queda atrás, lo que se ve reflejado, más que en ninguna otra cosa, en un intenso tránsito vehicular por prácticamente todas las avenidas de la ciudad.
Llegar de un extremo del Centro Histórico al otro, por ejemplo, se convierte en un martirio: la cantidad de tiempo utilizada para atravesarlo se multiplica.
La mayoría de las avenidas y calles hacen suyas a interminables hileras de vehículos, que rebasan en capacidad a semofarización y señalamientos viales del primer cuadro.
Ante ello, la Dirección Municipal de Seguridad Pública implementó un operativo vial que, entre otras cosas, incluye la colocación de agentes de Tránsito en muchos de los cruceros. Buena la intención.
Sin embargo, los resultados parecen estar lejos de ser los óptimos: de oriente a poniente, hay congestionamientos en Miguel de Cervantes, Carlos León de la Peña, Zarco, Patoni, Pasteur, Francisco I. Madero, Victoria, Juárez, Constitución, Bruno Martínez, Zaragoza e Independencia.
De sur a norte, Pino Suárez, 5 de Febrero, 20 de Noviembre, Negrete y Aquiles Serdán...para qué enlisto más. El Centro es un caos.
Los agentes están repartidos de a uno por crucero; pero su carga no es equitativa, lo que da al traste con la finalidad del mecanismo. Simple: hay cruces que apenas si concentran carga vehicular a lo largo del día, lo que hace a los elementos sumirse en un letargo que dura horas. Se aburren.
Esquinas como la de Hidalgo y Pino Suárez, por ejemplo, sólo requieren la atención de los oficiales durante ciertos periodos del día: al asignado al crucero no le queda más que recargarse en una pared la mayor parte de la jornada; en contraparte, otras esquinas, como la de Madero y 5 de Febrero, tienen carga intensa la mayor parte del día: los elementos se hartan. A simple vista, la rotación es inadecuada y su ubicación, por tiempo y lugar, inexacta. Mala planeación.
Los semáforos, hechos para auxiliar, no ayudan: mala sincronización.
Es de reconocer que el Centro Histórico ya no puede con más automóviles, pues en el número ha crecido de manera desmedida. Empero, los problemas viales no son exclusivos de esa zona.
A diario, sin que haya una época festiva de por medio, el ciudadano común sufre para llegar a sus destinos: se atora en Francisco Villa, en Domingo Arrieta, en bulevar Durango y en casi todos lados.
Las interminables obras que realizan las autoridades en diferentes puntos de la ciudad -con retraso en su mayoría- son la causa. Y les faltan "tránsitos" para evitar sus embotellamientos; pero no hay: todos están ocupados en el Centro.
La sociedad también falla: el que tiene carro, en carro se va. Las propias autoridades reconocen que son raros los casos de personas que, antes que su automóvil propio, optan por el servicio de transporte público para trasladarse por la ciudad. Falta educación vial.
Algo ocurre en Durango con la estructuración de las cosas: fallan los operativos, los semaforos y los tiempos de obra; fallan también la educación y la sinceridad.
Es tiempo de Navidad, y de los problemas viales de la ciudad no nos vamos a librar. Pero algo se puede hacer, aunque a largo plazo.
La ciudad, la sociedad y la autoridad requieren una cirugía mayor en ese aspecto: antes de implantar una acción, la deben estudiar; previo a una obra de infraestructura, se debe planificar; al momento de los plazos, nos deben decir la verdad. Y nosotros, los demás, debemos vigilar y cooperar.