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¿Echando a perder se aprende?

ALFONSO ZÁRATE

Otra vez la burra al trigo... La curva de lento aprendizaje, los palos de ciego... Una vez más, la Presidencia de la República decreta un cambio en el equipo de gobierno que difícilmente se explica en términos de racionalidad política o administrativa.

¿Cuál es la lógica detrás de la sustitución de Jorge Tello Peón por Alejandro Poiré Romero como secretario técnico del Gabinete de Seguridad Nacional? En los tres años y meses que lleva esta administración, Poiré ha sido director general de análisis político de la Presidencia, comisionado para el Desarrollo Político, coordinador de asesores del secretario de Gobernación, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos y, desde el 19 de agosto, vocero presidencial en materia de seguridad como titular de la mencionada secretaría técnica: un promedio de ocho meses en cada encargo.

Cada puesto exige características determinadas: cierto perfil académico, experiencia en materias afines al tema central de la encomienda, dotes personales muy específicas... Por eso, resulta extraña la designación de un funcionario para un cargo para el que nunca se preparó, sobre todo cuando se trata de la materia que más lastima a la sociedad.

Qué bueno que Alejandro Poiré sea, como se dice, tan inteligente y que tenga un doctorado en Ciencia Política de la Universidad de Harvard. Pero entonces, ¿por qué nombrarlo vocero y encargado de articular la política de comunicación en un área especialmente delicada y no comisionarlo para la reforma política?, ¿por qué prescindir de uno de los raros expertos en la materia, como Tello Peón, y sustituirlo por un bien intencionado aprendiz de brujo?

¿Cuánto tiempo le llevará a Poiré adentrarse en el complejo campo de la seguridad nacional?, ¿lo tomarán en serio -igual pregunta vale respecto de Francisco Blake- los titulares de las secretarías de la Defensa Nacional, Marina, Seguridad Pública y la Procuraduría General de la República?

Zapatero a tus zapatos. Hans H. Barschkis, quien fuera presidente de Volkswagen de México, decía que los únicos méritos que tenía para estar en el puesto eran dos: estar siempre bien informado y tener al mejor hombre para cada puesto. En contraste, el presidente Calderón no ha podido o no ha querido rodearse de los mejores hombres para cada puesto y ha preferido seguir la técnica de ensayo y error, que ha resultado más error que ensayo. Así ocurrió, por sólo citar un ejemplo, con la designación del politólogo Juan Molinar como secretario de Comunicaciones y Transportes y antes director del IMSS. Algo parecido podría ocurrir por encargar a un académico serio como Poiré, una tarea para la cual carece de experiencia y que reclama una cercanía natural ("buena química") y no distancia para comunicar, para comunicarse.

Si los dos temas más angustiantes para los mexicanos -el desempeño de la economía y la inseguridad- están saliendo mal es porque se está haciendo todo para que salgan mal. Como secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos hizo poco y lo hizo pésimamente (el retroceso de México en los índices de competitividad lo exhibe). Ahora regresa como jefe a la Oficina de la Presidencia. En otros países, esta oficina, de importancia estratégica, tiene al frente a un profesional de altos vuelos: políticos experimentados, sensibles, con una visión penetrante de la inserción de su país en el mundo, justo lo contrario a la frivolidad, la ignorancia y la arrogancia.

Ahora, Poiré nos va a explicar con mayor claridad, mejor narrativa, datos duros y sin dilación de por qué los resultados de la lucha contra la delincuencia son cada día más frustrantes; lo que parece inevitable mientras nuestra economía siga lanzando a generaciones de jóvenes a la nada, es decir, a la desesperanza, y se siga pensando que esta lucha se gana con más recursos, en tanto, se desatienden otros temas capitales: el desgarre del tejido social, el lavado de dinero, la corrupción de los sistemas de procuración y administración de justicia...

Ojalá que en este nuevo encargo, Poiré no reaccione con la misma parsimonia y languidez con la que lo hizo desde la Subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos de Gobernación, ante la imprudencia recurrente del cardenal Juan Sandoval Íñiguez.

Tiene razón Paco Calderón cuando lamenta, en su caricatura del 20 de agosto: "Pusieron a Poiré... cuando lo que se requiere es un Poirot!"

Presidente del Grupo Consultor Interdisciplinario

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