"Existen tantas culturas, como la misma humanidad"
Anónimo
El planteamiento de una educación intercultural y multicultural surge de la constatación y el reconocimiento de la diversidad cultural existente en nuestra sociedad, y no sólo nos referimos a la presencia de culturas étnicas diversas (grupos indígenas, por ejemplo) sino a las múltiples referencias culturales que coexisten entre nosotros, al grado de atrevernos a asegurar que cada familia posee códigos de cultura diferentes.
La propia interacción entre culturas se considera un hecho educativo en sí mismo; y no cabe duda que la escuela es el espacio privilegiado para el encuentro y el desarrollo de las actividades multiculturales que nos permiten el encuentro de las culturas familiares diversas. Es responsabilidad de la escuela, por lo tanto, que dicha diversidad se viva desde las mejores condiciones de igualdad, equidad, naturalidad y cordialidad, que nos posibilite un enriquecimiento completo entre los grupos y entre los integrantes de la comunidad escolar.
La educación tiene entonces la misión de contribuir a que los alumnos desarrollen las capacidades necesarias para desenvolverse como ciudadanos en sociedad, estas capacidades tienen un alto contenido sociocultural y abordan temáticas relevantes por su repercusión social: violencia, desigualdad, discriminación, solidaridad, medio ambiente, equidad de género, derecho a la salud, etcétera. Los esfuerzos educativos deberán dirigirse a que los alumnos comprendan a cabalidad las problemáticas y puedan elaborar juicios críticos al respecto y desarrollen actitudes y comportamientos responsables.
Respecto a los modelos de educación multicultural, resulta difícil ofrecer una visión clara de dichos modelos, que puedan agruparse bajo criterios claros y perfectamente definidos. Sin embargo, existen clasificaciones que nos pueden ser útiles para entender cómo se ha transitado por esta novedosa forma en la que se pretende educar a las generaciones venideras. Por ejemplo, se han seguido los criterios de la ideología dominante, que puede ser conservadora, neoliberal o sociocrítica, en los que la citada multiculturalidad cambia de manera importante.
Cuando se parte de reconocer que existe una sociedad multicultural, se logra entender que este enfoque surge de la necesidad de aceptar, entender y mantener la diversidad y el pluralismo cultural; la escuela es la que proporciona las condiciones requeridas para que lo anterior se logre: reconocer la existencia de la diversidad cultural (desde las propias familias), no jerarquizar a las culturas (no existen superiores o inferiores, sino diversas), propiciar la interacción intra e intergrupos, valorar las diferencias, proporcionar igualdad de oportunidades políticas, económicas y educativas desde los grupos escolares como una forma de proyección hacia la sociedad, por mencionar algunas de las condiciones que la escuela debe proveer.
Bajo estas perspectivas, la educación es vista como el instrumento potenciador del pluralismo cultural, ya que se parte de los siguientes supuestos: la diversidad cultural es una cualidad positiva de la sociedad actual, por tanto es fundamental fomentarla. La escuela debe facilitar que la herencia cultural de los diferentes grupos, sea permanentemente reconstruida. Los diferentes grupos que están en contacto en las escuelas no deben perder su identidad. La escuela es finalmente el espacio de vida común en el que confluye el lenguaje compartido, la adquisición de conocimientos, de habilidades, destrezas y de aspectos culturales de los otros (conductas, actitudes y valores que son valiosos de preservar).
Lo importante al implementar los modelos de formación multicultural, es fomentar la solidaridad y la reciprocidad entre las culturas diversas, preparando al alumnado para que puedan vivir integrados a una sociedad, donde la diversidad cultural se reconoce como legítima. Por ejemplo, en las escuelas públicas mexicanas coinciden alumnos de diferente estrato social y económico, con diferente religión, de diversas preferencias político-familiares, por lo tanto de una cultura diferenciada; no por ello se harán separaciones arbitrarias o se discriminará a nadie.
Estos importantes enfoques se caracterizan por su carácter humanista, en el que se aceptan las diferencias y se manejan como un factor de maduración personal, desarrollando una conciencia histórica, solidaria y dialógica.
Para lograr lo anterior será necesario: reconocer la diversidad étnica y cultural como elemento positivo en la vida de todos en la escuela, afirmar que dicha diversidad representa una riqueza que debe ser preservada y utilizada para aprender, familiarizar a cada grupo con las características culturales de los otros, partir del supuesto de que todas las culturas resultan tan valiosas y significativas como la propia, el rechazo del etnocentrismo, la xenofobia y el racismo, ayudar al alumnado a estimar sus propias pautas culturales a través de la consolidación de la identidad, fomentar la cultura de la denuncia respecto a la marginación y segregación de las personas, reconocer la amplia diversidad de actitudes y valores, todo lo anterior por señalar algunos aspectos valiosos de la conciencia colectiva.
Finalmente, vale la pena reconocer que en los espacios escolares confluyen tantas pautas culturales como diferentes familias existen en nuestra sociedad, por lo que debemos privilegiar estos importantes enfoques al momento de emprender la compleja labor de formar a las generaciones futuras.