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Educación sexual ¿sí o no?

Falta planificación, objetivos y seriedad

Educación sexual ¿sí o no?

Educación sexual ¿sí o no?

Beatriz Mejía

La discusión sobre la pertinencia de realizar educación sexual está nuevamente sobre la mesa, en donde se exhiben anécdotas individuales, polémicas estériles, debates morales, controversias científicas, y pseudo-científicas, manifestaciones impulsivas, discursos de todo tipo. Todo para resolver lo que se plantea como dilema, necesidad, o problema.

Lo curioso de esta situación es que, mientras se debate la validez de llevarla a cabo, se está actuando sin planificación, ni objetivos, ni seriedad.

Según Juan Carlos Acosta de la Torre, sexólogo clínico, es aquí donde se presenta la mayor irresponsabilidad, negligencia y ceguera de las personas que se oponen a la educación sexual, y de otras más que creen que la favorecen.

El gran debate

Lo cierto es que existe una educación sexual informal permanente, si entendemos como el mostrar, enseñar, inducir, promover y valorizar comportamientos que tienen que ver con este aspecto; eso se hace día a día.

“Cada persona recibe mucha información y estímulos sobre cuestiones sexuales de manera permanente (estereotipos sexuales en la publicidad, por ejemplo). Existe, de este modo, una educación que no está estructurada, ni pensada, ni planeada, y que se realiza mientras los grandes moralistas, intelectuales y demás, están discutiendo si se debe o no dar una formación ordenada o formalizada”, explica el especialista.

Somos responsables, entonces, por no contrarrestar esa “educación sexual” existente que genera discriminación, embarazos adolescentes, violencia interpersonal, incapacidad para resolver conflictos, infelicidad; estamos siendo culpables de no dar una instrucción acorde con las necesidades de las personas. “La sexualidad es relacional no como restricción a actos, sino como intercambio entre los seres humanos”.

Cada individuo, explica Acosta de la Torre, va recibiendo todos los estímulos de su medio, los va leyendo en función de sus aptitudes, y de ese modo va asimilando comportamientos para su vida. “La educación sirve para que se puedan mejorar las aptitudes y favorecer las actitudes frente a lo cotidiano, por eso, debe ser una formación que facilite y enriquezca ese proceso, a través del cual, la persona se confronta con el otro, descubriendo sus diferencias, y también sus riquezas”.

Es importante señalar que la sexualidad humana es heterogénea y compleja, y va más allá de la mera reproducción y el coito; el comportamiento sexual humano se dirige a la satisfacción de pulsiones sexuales (libido), a la obtención de placer, y a una necesidad de relación íntima. Se encuentra en la niñez y permanece hasta la edad adulta, constituyendo un ámbito fundamental de realización y satisfacción para las personas en el encuentro con otros y consigo mismo.

Pero, frente al debate sobre esta temática, se presentan dos opciones muy claras. La primera, es dejar que los otros, de forma informal y sin ningún objetivo concreto, con muchos mitos y deformaciones propias de creencias inadecuadas y conocimientos sesgados, sigan produciendo una educación sexual que muchas veces negamos.

La segunda, es tomar el “toro por los cuernos” y apuntalar a un proceso educativo que desarrolle conductas que tiendan “inevitablemente” a la equidad, a los derechos humanos como fundamento de la interrelación, y a la felicidad como una necesidad y aspiración concreta de todos y cada uno.

En la discusión que aparece en los medios, dice Acosta de la Torre, existe una confusión, tal vez intencional, por utilizar la educación sexual (desarrollar las aptitudes y favorecer las actitudes en las cuestiones relacionadas con la interrelación entre las personas en una sociedad determinada), para referirse sólo a la información sexual (cómo funciona un cuerpo y cómo ese cuerpo debe prevenir enfermedades y situaciones que pueden generarle problemas a su salud).

“Lo urgente parece ocultar lo importante, de ese modo dos cosas diferentes se utilizan indistintamente; la información sexual llega a cuentagotas a las personas, en cambio, la educación sexual, llega de manera masiva a través de lo cotidiano: escenas familiares, programas televisivos, estereotipo en la publicidad, currículo oculto, etc.

Información vs educación

La información sexual son datos y herramientas que sirven y que es bueno conocer; saber qué conviene hacer o no, y conocer los riesgos. Es por ejemplo, advertir que el preservativo protege contra la infección con VIH; es proporcionar información que puede contribuir a la prevención, siempre y cuando las personas puedan desarrollar aptitudes para utilizarla, eso es educación sexual.

De acuerdo con el médico sexólogo, debemos comprender que la educación sexual es más que información; es facilitar que las personas sean capaces de hablar sobre sus preocupaciones, sus miedos, sus deseos, los problemas en sus relaciones (formales, circunstanciales, estables o pasajeras).

“La educación implica desarrollar aptitudes que nos proporcionen herramientas, por ejemplo, de utilizar el preservativo, pero sobre todo, de estar preparados para construir vínculos en los que se pueda dialogar, resolver conflictos, evitar la violencia, y en definitiva, lograr la estabilidad con la relación.

Confundir la información con la educación para hacer el debate más largo, y de ese modo postergar el inicio de una educación sexual necesaria y útil, es impedir que las personas desarrollen capacidades para favorecer su salud; ésta no es la ausencia de enfermedad, sino el bienestar integral de las personas.

“La educación sexual es asumir que podemos lograr crear espacios para que cada niño, niña, adolescente, muchacho, muchacha, varón y mujer, sean capaces de discutir sus diferencias, sus necesidades, y sus limitaciones”.

Panorama mundial

La existencia de embarazos no deseados, sobre todo, en mujeres demasiado jóvenes, abortos inducidos en situación de clandestinidad, y sin resguardo sanitario, de ETS como el VIH, han dado un sentido de urgencia a la educación sexual en casi todo el mundo, aunque en muchos lugares es prácticamente ineficiente.

En muchos países latinoamericanos como el nuestro, todavía tiene importancia la virginidad femenina, y la educación sexual que es llevada a cabo en las escuelas promueve la abstinencia como el único método para evitar el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual, pero estas prácticas educativas, sin duda, chocan con cifras que muestran una alta incidencia de embarazos no deseados en adolescentes.

Países muy poblados como China, India y Corea del Norte, promueven políticas sobre planificación familiar y control de la natalidad; así mismo muchas naciones africanas, donde el SIDA es una epidemia, intentan promover una educación que permita su prevención mediante la utilización de métodos anticonceptivos como el preservativo.

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