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Educación

JULIO FAESLER

El segundo documento de Mexicanos Primero sobre el estado de la educación en México que acaba de darse a la luz pública, es una nueva llamada de atención sobre un asunto crucial que no admite más dilaciones.

Desde los años ya míticos de los misioneros de educación que recorrieron toda la República deteniéndose para dar clases a los niños en cualquier paraje, hasta los actuales maestros y maestras que, abnegados, intentan cumplir su función sin recursos, el progreso nacional se ha identificado con la tarea educativa.

Muchos años han pasado desde las llamaradas de Vasconcelos. Nos encontramos estancados en niveles trágicos de insuficiencia, desperdiciando nuestro vasto recurso humano mientras otros países nos rebasan en nivel de instrucción, producción y niveles de vida.

En una nación como la nuestra en que el índice Gini de desigualdad es tan crítico, el tan fallido sistema de educación es más un elemento de división social que de fusión y solidaridad.

La distancia en calidades que separa la educación primaria y secundaria impartida en planteles privados y la de oficiales ahonda diferencias. A nivel de estudios superiores, las faraónicas instalaciones de algunas de las universidades, institutos privados, sus astronómicas colegiaturas subrayan el hecho.

Requerimos, para empezar sin embargo, una sólida escolaridad primaria como peldaño inicial para nuestro progreso nacional. Sólo 62 de cada cien de nuestros niños terminan la primaria. El saldo de niños y jóvenes sin educación alguna llena las calles de nuestras hinchadas ciudades.

El problema no acaba aquí. Sólo cada 45 de los 100 inscritos en secundaria la terminan. Para al selecto contingente que alcanza a terminar la secundaria y aspira a progresar, se le presenta un maltrecho menú de opciones de carreras hechizas que le ofrecen una colección variopinta de especialidades en títulos tan superficiales como las de "relaciones" en diversas variantes o "comunicaciones" o "computaciones" que no tienen sustancia propia ni proponen otro futuro al que se inscribe en ellas que las de ser mediocre empleado de alguna empresa, con suerte, trasnacional. El que ya se hizo costumbre eliminar el requisito de presentar una tesis para recibir título profesional, acentúa la ligereza en que se tienen los estudios universitarios.

México requiere aprovechar sus recursos naturales en la agricultura, ganadería, pesca o minería. Tras de esto, hay que integrar las diversas ingenierías que produzcan los artículos cuya creciente demanda la atendemos con importaciones crecientes. Al lado de lo anterior el país necesita contar con una buena dotación de contadores, administradores y abogados para apoyar a las actividades productivas al lado de médicos, maestros e investigadores.

La hipertrofia del sector servicios, más del 70% de la actividad económica de México está en él, descarta lo anterior y responde más bien al desprecio prevaleciente hacia actividades dedicadas a cultivar y fabricar artículos físicos. La obsesión por la "economía del conocimiento" carcome la indispensable economía de la producción física, real.

La imprescindible educación popular en que se cimienta la fuerza de cualquier nación consiste en enseñar a cada niño y joven cómo aprovechar los elementales instrumentos del conocimiento para discernir y avanzar en su progreso personal.

Rajendra Pachauri, Premio Nobel de la Paz de nacionalidad india, acaba de estar entre nosotros. Durante su estancia declaró que aunque la innovación técnica depende en gran medida de la educación superior, la capacidad de absorción de los desarrollos y el uso que la sociedad les dé depende de la educación básica. "...la única manera, siguió diciendo, que la revolución tecnológica puede beneficiar las vidas de los más pobres es si éstos tienen el mínimo de conocimientos que les permita absorber nuevas ideas... la educación básica es imprescindible en todas las zonas y en todos niveles".

No basta lo anterior. El doctor Pachauri añadió "...el desarrollo de las estructuras sociales requiere la enseñanza de la ética... la educación desde los niveles más elementales tiene que tomar en cuenta este factor. No es suficiente enseñar física, química o biología de manera convencional; hay que incluir en la enseñanza algunos de los retos sociales que los alumnos tendrán que enfrentar...".

Pachauri, una de las figuras más internacionalmente conocidas, procede de un país que desde que se fundó en 1948, priorizó en los Planes Quinquenales la educación, primero asegurando la enseñanza básica primaria para sus cientos de millones de niños para proseguir a la creación cada año de cientos de miles de profesionales que soportan el desarrollo nacional.

No hay pueblos que sean superiores a otros. El mexicano tiene las mismas facultades de aprendizaje que cualquiera otra nacionalidad o raza. No hay porque dudar de ello. Los atrasos que registramos en la educación con enteramente culpa del descuido a la formación del magisterio y de la corrupción que durante años el PRI fomentó para convertir esta indispensable actividad en mero instrumento electoral. Hoy paguemos este miope error en todo género de atrasos. Muchos creen que no podemos librarnos de él ni de sus consecuencias.

La ironía se perpetua: el sindicato de maestros no es sino un aparato político. Serlo es su única función. Lo ha sido en el pasado, en 2006 y en 2012... nos agrada nuestro el masoquismo nacional.

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