De nueva cuenta los Scouts de México construyen en el Zócalo de la Capital de la República, una Flor de Lis que pretende ser la más grande del mundo, para batir su propio récord.
La figura formada con latas de aluminio recolectadas por los jóvenes para ser recicladas, sobrepasa el simbolismo de la campaña que implica en pro del medio ambiente, y concreta una acción solidaria de evidente beneficio social.
El Movimiento Scout fue fundado por Robert Baden Powell, un militar inglés que participó en la guerra de los Boers en Sudáfrica, y en su campaña militar reclutó adolescentes para operaciones de Inteligencia, con lo que pudo comprobar el alto sentido de responsabilidad y la entrega a sus semejantes, de los que son capaces los jóvenes cuando son inspirados por un ideal.
El emblema de la Flor de Lis evoca a la Institución de la Caballería en la Francia de la Edad Media, y con ella el escultismo traslada lo mejor de las virtudes militares a la vida civil, en aras de la formación del muchacho: La Fe en Dios, el amor al prójimo y un alto sentido del honor basado en la lealtad; el merecimiento de la confianza y la disposición al servicio a los demás, el sacrificio personal sin esperar recompensa, son factores esenciales del espíritu scout.
Los scouts se organizan en grupos en los que realizan actividades formativas en un ambiente, sencillo, alegre y de compañerismo, que los pone en contacto con la naturaleza a la que se ve como objeto de especial protección y cuidado. Como consecuencia, la amistad basada en la fidelidad y el respeto es uno de los principales elementos de unión que rebasa la estructura del grupo, fincada en un equilibrio entre mando, obediencia, disciplina y responsabilidad compartida, que redunda en trabajo en equipo y trasciende a la patrulla y la tropa scouts, para irradiar sobre el conjunto social.
La formación incluye la generación de hábitos personales de higiene, salud y rechazo a todo género de adiciones, cuyos resultados se derraman en el cuerpo social. La práctica del canto, la adquisición de habilidades que van desde los primeros auxilios médicos, el conocimiento de geografía básica para la exploración y la navegación, la conservación del medio ambiente y la protección civil proyectados al servicio social, fortalece la identidad del joven como ciudadano participativo, suscita en él un sentido de seguridad en sí mismo, estimula liderazgos e inclinaciones vocacionales y le prepara para enfrentar la vida como persona libre y autosuficiente.
Vivimos un tiempo en que el destino de nuestra Patria depende en buena medida del desempeño del Ejército Nacional en la defensa de la sociedad y de las instituciones. El crimen organizado en asociación con tendencias contraculturales de diversa índole ha podrido las fibras más íntimas del tejido social, por lo que la existencia de una organización cívica que como es el caso del escultismo, hace suyas las principales virtudes castrenses, ayuda a revertir la descomposición en un área especialmente sensible como es nuestra juventud, agresivamente acosada por la frivolidad, la búsqueda obsesiva del placer y la vida fácil.
En medio de la desesperanza, el vacío existencial y la mediocridad que menoscaban nuestra vida en sociedad, es alentador que existan grupos de jóvenes que en la flor de la vida, elevan al cielo la oración scout, síntesis de abnegación personal y entrega a los demás diciendo: Señor: enséñame a ser generoso, a servirte como lo mereces, a dar sin medida, a trabajar sin descanso, a combatir sin miedo a que me hieran y a no buscar más recompensa que saber que hago tu Santa Voluntad.
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