En el Diario Oficial de la Federación, que se publicó el viernes pasado, se contiene el decreto de la Cámara Alta que es la de Senadores (por lo que se deriva que la Baja es la Cámara de Diputados lo que en la realidad no hace diferencia alguna, teniendo cada una funciones específicas, constituyendo juntas el Congreso de la Unión) por el que el nuevo edificio, ubicado en Paseo de la Reforma, se integra al Recinto del Senado de la República. Cabe señalar que el Poder Legislativo iba a tener su sede en lo que ahora se conoce como el monumento que conmemora el movimiento armado de 1910. Así lo había decidido Porfirio Díaz, con la circunstancia de que habiéndose colocado la primera piedra el 23 de septiembre de aquel año, poco después se inició el levantamiento armado que por esa causa u otra obligó a posponer la total edificación de la obra que después fue destinada a colosal monumento que conmemora el movimiento armado de 1910, que además, habilitado como mausoleo, alberga los restos de varios adalides de la Revolución Mexicana.
Durante décadas ha constituido un atractivo para los provincianos que visitamos la Ciudad de México. Su estructura portentosa la embellecen los grupos escultóricos que se asientan sobre las pechinas, cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos que forma el anillo de la cúpula de cobre. Da la impresión de ser un mastodonte gigantesco animal de cuatro patas en las que se apoya, como si quisiera empezar a caminar dada la injusticia social que prevalece, por encima de los discursos que en su nombre pronuncian los políticos de hoy en día. En uno de sus lados existen escaleras metálicas para llegar a la parte superior,- a la que en un tiempo se prohibió la subida después de que hubo quienes aprovecharon para tirarse al vacío, en frenesí suicida, estrellándose en la explanada. Hay quienes se las ingenian, inmunes al vértigo, para subirse en el borde desde el cual alcanzan la parte de adentro de la cúpula dejando alguna señal pintada con gis que deja constancia de su estancia en el lugar.
Habrá quienes les disguste que el nuevo recinto cameral fue autofinanciable, dándose la explicación de que la suma no sería cargada al erario y, por tanto, no representaría pérdida para los mexicanos, financiándose una parte, o sea mil millones de pesos con la venta de 10 propiedades del Poder Legislativo Federal, excepto la actual sede de Xicoténcatl, que será convertida en museo.
Los restantes 500 millones de pesos se financiarán con un préstamo bancario a pagar en un plazo de 10 a 15 años, que se cubrirán con el ahorro que representa el no tener que gastar cada año 60 millones de pesos en pago de rentas de inmuebles. Lo que no queda claro, salvo que los millones salgan del bolsillo de lo que ingresa por dietas al bolsillo de los senadores, es ¿con qué dinero se compraron las propiedades si no es con los impuestos que pagan los ciudadanos?
La cosa es que cada día que pasa, de una manera u otra, aumenta el monto de los impuestos, se pide prestado en los mercados internacionales, los mexicanos nos apretamos el cinturón cada vez más. Al gobierno no le alcanza por lo que se ve en "la necesidad" de subir el precio de la gasolina, la electricidad y el gas. En cambio, la sensibilidad social de los funcionarios está por los suelos, gastando lo que no tienen. Lo único que puede pensar el mexicano común y corriente es que es evidente la existencia de corrupción en el medio oficial además de la falta de rendición de cuentas y la impunidad.
Un caso proverbial es lo que cobra el presidente de la Suprema Corte. Éste percibe un ingreso anual por diversos conceptos que en total ascienden a cerca de 6 millones de pesos. Leí a un agudo observador al que le llaman la atención dos rubros, el de una ayuda de tres mil cien pesos para compra de anteojos y un estímulo del Día de las Madres consistente en un pago de mil pesos, por lo que socarrón se pregunta: ¿qué más le hará falta a su excelencia?
