Cambios. El nuevo nombre se dio al concluir las festividades de 1910.
Desde 1985, en el plano original de Gómez Palacio se trazó una calle con el nombre de Cerviago, que luego se convirtió en calle del Centenario, en el centro de la ciudad.
Provenientes de la antigua colonia Santa Rosa de Lima, tal vez sus habitantes caminaban hacia el centro de Gómez Palacio, atravesando las paralelas del Ferrocarril Central Mexicano, rumbo al poniente de la moderna ciudad y vieron o conocieron al charro boletero en las afueras del Hotel Monarres, que antes se llamaba Hotel América, pero su nombre original fue Hotel Unión que estableció la sociedad española de Ángel Barquín y Máximo Álvarez, menciona el cronista gomezpalatino Pablo Amaya Ramírez.
Los cambios de nomenclatura en esta ciudad, precisa el cronista, ocurren en 1910. Transitando por la calle Centenario, algunos gomezpalatinos recuerdan el primer teatro de la ciudad; el Teatro Unión y continuando hacia el poniente se observa que las casas antiguas del Centro Histórico de Gómez Palacio han desaparecido, pero aún perduran algunas como el Hotel Central y la propiedad de ladrillo de una familia de origen oriental.
También permanecen las fincas que dieron cabida a Telégrafos y Correos y la parte posterior de las bodegas del tranvía eléctrico, que inició funciones en 1903 en su ruta Gómez Palacio-Lerdo.
La antigua calle de Cerviago, hoy Centenario, iniciaba su recorrido frente a las vías del Ferrocarril Central Mexicano y terminaba frente a la Acequia Grande, hoy calzada J. Agustín Castro, recuerda el cronista.
FIESTAS DEL CENTENARIO
El 15 de septiembre de 1910 se cumplían 100 años de haberse lanzado el Grito de Independencia por el cura Hidalgo en el pueblo de Dolores, y para celebrar este acontecimiento el gobierno de Porfirio Díaz ordenó que de acuerdo con sus posibilidades, desde el más humilde pueblo hasta la encumbrada metrópoli, se organizaran fiestas conmemorativas llamadas del Centenario.
Cuentan las viejas crónicas de los periódicos que las fiestas de la Capital de la República fueron fastuosas, deslumbrantes, sin duda fue el canto del cisne del sistema.
A la Junta Patriótica de aquel entonces le correspondió organizar los sencillos festejos del Centenario en Gómez Palacio. El presidente de dicha junta era el litigante Dionisio Reyes, que al mismo tiempo era la cabeza de la conspiración citadina en apoyo a las ideas de Francisco I. Madero, pues trataban de acabar con 30 años de explotación a los humildes.
Para cumplir su cometido, don Nicho, como así le llamaba la gente al señor Reyes, contaba con la ayuda de otros miembros de la Junta Patriótica, que eran los señores Francisco Amparán, Juan Pablo Estrada y Ezequiel Guillén, que también formaban parte del grupo opositor a Díaz.
El día 16 de septiembre por la mañana, los integrantes de la Junta Patriótica, con un ancho listón tricolor cruzado sobre el pecho -como los presidentes-, encabezaron el desfile junto con las autoridades municipales que prestaron todo su apoyo para la celebración de las modestas fiestas, seguidos de la banda de música de obreros de la fábrica La Amistad. Luego los soldados del resguardo con su marcha marcial, acompañados del estruendo de tambores y clarines, enseguida los niños de las pocas escuelas que existían entonces y al final tres carros alegóricos tirados por mulas. En uno de ellos, una jovencita representaba la Patria.
Por la tarde hubo palo, barril y marrano ensebado y por la noche serenata y fuegos artificiales en la Plaza de Armas. Como número especial de las festividades patrias, las autoridades efectuaron el cambio de los nombres españoles que tenían las calles para otros que tuvieron que ver en las luchas libertarias de la Independencia y la Reforma.
Algunas de las calles que desde entonces sufrieron cambios son San Gabriel por Durango, Santander por Santiago Lavín, Cerviago por Centenario, San Lorenzo por Escobedo, Terragona por Patoni, Aedo por Allende y Rascón por Victoria, entre otras.
