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El comentario de hoy

FRANCISCO AMPARÁN

La peligrosa señora Robinson

Es una de las escenas más jocosamente anti-eróticas de la historia del cine: Dustin Hoffman, protagonizando a un aturdido joven recién graduado de la Universidad, se dispone a tener una aventura con una mujer mucho mayor y, para colmo, madre de su novia, interpretada por la recién fallecida Anne Bancroft. Como parte del juego seductor, el novato joven besa a la mujer mayor con toda la pasión y lascivia de un melón ya medio pasado. Al terminar el beso, la mujer mayor suelta el humo del cigarro que había estado reteniendo mientras el inexperto se ocupaba del ósculo: casi se había ahogado por lo inoportuno y botarate del novel Casanova. La película es "El Graduado", de 1967. El personaje femenino es la Señora Robinson (nunca conocemos su nombre de pila). Y ésta pasó a representar a las mujeres adultas insidiosas, depredadoras sexuales e inescrupulosas. Una Señora Robinson, en la cultura popular, es una mujer de cuidado, asaltacunas para mayor inri.

En un ejemplo más de que la realidad imita al arte, nos llega la noticia de que una señora Robinson, en la vida real, actuó como su contraparte cinematográfica. Y con ello provocó una crisis política en una parte del mundo que no necesita más complicaciones.

Resulta que Iris Robinson, de 60 años, esposa del coprimer ministro de Irlanda del Norte Peter Robinson, tuvo una aventurilla amorosa de varios meses con otro hombre. El problema es que cuando ello ocurrió, el otro hombre apenas tenía 19 años. Y no sólo eso: al parecer la Señora Robinson le arregló a su amante préstamos por 80,000 dólares, para que su pichichurris pusiera un negocio... en un edificio del Gobierno, en el distrito del que ella era diputada.

Ante el escándalo, el señor Robinson anunció que dejará provisionalmente su puesto, que venía ocupando desde hace poco más de un año. Algunos observadores dicen que ese rápido gesto de dignidad puede todavía salvarle la carrera política.

La que sí está frita es la señora Robinson, que fue prestamente expulsada de su partido, y al parecer se halla bajo tratamiento psiquiátrico. Y todavía faltan los resultados de la investigación que se abrió de inmediato sobre los préstamos al chamacón. O sea que la fogosa dama además puede terminar en la cárcel.

Siendo lo que son los periódicos británicos, el asunto se ha convertido en la comidilla de la semana. No sólo por que otras aventuras de la señora han estado saliendo a flote; sino porque ese escándalo casi se empalmó con otro, en relación a los gastos excesivos en rentas y reparaciones hogareñas de algunos parlamentarios británicos. Como que al público se le está haciendo piedra el hígado al ver en qué caprichos y veleidades se gastan sus impuestos.

Ah, señora Robinson: dudo que Jesús la ame más de lo que llegará a saberlo.

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