La ceguera religiosa
Un principio básico de la Modernidad, esa forma de pensar y actuar nacida hace tres siglos, y que ha transformado al mundo más que cualquier otro fenómeno en la Historia, es el predominio de la razón. Y cuando hablamos de la razón, estamos hablando de que el mundo es explicable mediante leyes naturales, no creadas por entidad humana o sobrehumana alguna; que la realidad sigue una serie de patrones objetivos que podemos discernir, comprobar y repetir mediante la ciencia; y que por tanto lo religioso no debe desempeñar ningún papel en el ámbito político o científico. Las creencias metafísicas son asunto de cada individuo, y cada quién puede hacer de su... credencial del IFE un papalote, mientras no afecte los derechos de los demás.
De ahí se deriva el principio sagrado de la Modernidad consistente en la separación entre las iglesias y el Estado, la muralla que Jefferson afirmaba que debía construirse entre ambas instancias de poder.
Siguiendo las ideas del arquitecto de Monticello, un Estado oficialmente religioso es no moderno por definición. La República Islámica de Irán, y en el nombre lleva la fama, es enemiga de la Modernidad. La República Bolivariana de Venezuela es simplemente primitiva. Pero ésa es otra cuestión.
Pero incluso en países cuyas instituciones son oficialmente modernas, y se supone que sus sociedades siguen esos patrones, encontramos comunidades más o menos numerosas que niegan tales valores. Y hallamos que algunos de sus voceros parecen emergidos de la Edad Media.
En el debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, algunos jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana (que nunca se ha distinguido por su ilustración) han lanzado anatemas francamente desmedidos, más pertinentes en el siglo XVII que en el XXI. Además de que, la verdad, en lo personal no entiendo para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo: si dos personas se quieren, pues que se casen y aprendan lo que es amar a Dios en tierra de indios. Tampoco comprendo el debate sobre la adopción: en el Estado de Coahuila, gracias a una burocracia ignorante, esclerótica y kafkiana, NINGUNA pareja puede adoptar, sea heterosexual, homosexual, alienígena o avatar.
Pero incluso en países supuestamente modernos como los Estados Unidos hallamos savonarolas medievales. El día del terremoto en Haití, el conocido evangelista Pat Robertson afirmó en un programa de televisión que la población de ese sufrido país ¡se lo merecía! Según este imbécil, para librarse de Napoleón III (ni a eso le atinó el idiota) los haitianos hicieron un pacto con el Diablo: la independencia a cambio de sus almas. Y lo dijo con la cara más dura que uno se pueda imaginar.
Por supuesto, a Robertson le llovieron denuestos y descalificativos. Pero cabe hacer notar que ese señor tiene un auditorio de millones... y dudamos que muchos de ellos sean capaces de discriminar la verdad de la superstición. Sí, todavía falta mucho por andar. En todos lados.