EL DESPLOME DE JAL
Seguramente los más... veteranos de mis lectores recordarán cómo hace veinte o veinticinco años, Japón era visto como el modelo a seguir, y muchos lo columbraban como la futura superpotencia para el Siglo XXI. En todo el mundo se tomaban cursos de técnicas gerenciales niponas (que por lo general eran imposibles de aplicar en la mayor parte del mundo) y Hollywood llegó a producir algunas películas en las que los orgullosos hijos del Sol Naciente le daban sus buenas aporreadas a la soberbia norteamericana.
Un emblema del surgimiento de Japón como referente global lo era su aerolínea estandarte, Japan Air Lines. La cual tenía fama de ser puntualísima, estar equipada con aviones de los modelos más recientes, y tener un servicio de primera calidad.
Para acabar pronto, JAL era el poster del éxito económico y cultural nipón: una metáfora de todo lo que había hecho bien el Japón después de la Segunda Guerra Mundial.
Por eso no deja de ser significativo el reciente anuncio de que JAL está en bancarrota, va a tener que despedir a una tercera parte de su fuerza laboral, y reestructurar su organigrama, deudas y hasta horarios de vuelo si quiere seguir existiendo. El estandarte del éxito japonés se ha convertido, ahora, en el símbolo de los problemas y predicamentos de las islas japonesas.
Y es que los meros moles de JAL coincidieron con la asombrosa aceleración de la economía japonesa, que empezó a inflarse como una gigantesca burbuja. Especialmente la especulación inmobiliaria (tanto en Japón como en el extranjero, sobre todo los Estados Unidos) hizo crecer el valor teórico de las grandes empresas niponas. JAL, el caso de referencia, compró rascacielos y hasta un club de golf. ¿Alguien me quiere decir qué anda haciendo una aerolínea rentando carritos y peleándose con los caddies?
Y los dirigentes de JAL agarraron algunas de las peores mañas de sus contrapartes norteamericanos de los estruendosos ochentas: vacaciones de lujo a cargo de la compañía, bonos multimillonarios a fin de año. Una versión del Primer Mundo de la voracidad de los ayuntamientos laguneros.
Hasta que la burbuja se reventó a principios de los noventa, y desde entonces Japón ha andado cojeando y alejándose de cumplir con las promesas que tuvo en sus épocas de gloria. Sigue siendo la tercera economía del planeta, pero ya no es ejemplo para nadie. Lo bueno es que el resto de la humanidad se libró de esos %$# cursos de técnicas gerenciales.
Ahora JAL va a tener que ponerse a dieta. Sus jubilados perderán un 30% de sus pensiones. Mucha gente va a ser despedida por la ineptitud e irresponsabilidad de los altos mandos. Una dura lección que tardó en llegar; pero que era inevitable. Demasiada buena vida prendida con alfileres.