EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

EL COMENTARIO DE HOY

Casarse para prosperar

FRANCISCO AMPARÁN

Durante la existencia de las últimas dos generaciones adultas (los nacidos en los cincuentas, sesentas y setentas) la vida social, familiar, sexual y cotidiana se ha trastornado con mayor rapidez y profundidad que en ningún momento de la historia humana. Valores entendidos y sostenidos durante siglos, sencillamente desaparecieron o mutaron en unos cuantos años. Las reglas del juego de la vida, del trabajo, del amor, se alteraron sustancialmente a medida que los avances de la tecnología y el derrumbe de las ideologías, entre otros factores, ponían patas arriba la vida como la conocíamos.

Sin duda uno de los cambios más sustanciales, sobre todo en el Occidente cristiano, es el papel que la mujer desempeña a nivel social, familiar, económico y político. En muchos casos pasó de ser una entidad pasiva, sin mayor voz y voto en los asuntos públicos y privados, a tener formaciones académicas sólidas, demostrar que son tan capaces como los hombres en los más diversos campos de actividad, y ganar sus dineritos sin necesidad de aguantar que un panzón altanero les ande pichicateando el chivo. Vaya, hay algunas que se disfrazan con huipiles de caníbal y pastorean partidos políticos.

Ello tiene que ver, entre otras cosas, con el incremento en la inscripción femenina a cada vez más altos niveles educativos. Y a que la propaganda feminista de la generación anterior tuvo sus ecos, no todos positivos, pero en fin: había una plataforma ideológica desde la cual partir, y muchas mujeres nunca voltearon atrás.

Curiosamente, ello ha tenido un efecto inesperado, al menos en Estados Unidos: que algunos hombres casados están en una posición económica mejor que los solteros, al revés de lo que solía ocurrir hasta hace cuarenta años. Más aún, en uno de cada cinco matrimonios norteamericanos en las edades entre 30 y 44 años, la mujer gana más que su cónyuge. Y ello no parece incomodar mayormente a los machitos norteamericanos, que por esa circunstancia suelen recibir un empujón a su bienestar general. Y es que se pueden sumar los recursos de los cónyuges, y eso ayuda en muchos sentidos: desde las vacaciones compartidas hasta la deducción de impuestos.

Resulta significativo que el porcentaje de mujeres que ganan más que sus maridos se haya multiplicado por cinco en los últimos cuarenta años: en 1970 era un 4%, y hoy un 22%. Y no es nada raro que ello coincida con que, en un 28% de los matrimonios, la mujer tiene mejor educación que el hombre. De nuevo, algo totalmente distinto a lo que ocurría hace cuatro décadas.

En México, ignoramos cuántas mujeres ganan más que sus cónyuges. Pero algo me dice que es un porcentaje sorprendentemente alto. Es uno de esos datos que nos daría una visión más clara del México real... el que se empeñan a desconocer los miopes con la mirada fija en el retrovisor, y no en el parabrisas. Sí, nuestros ineptos políticos.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 495307

elsiglo.mx