EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

EL COMENTARIO DE HOY

Tomás Eloy Martínez

FRANCISCO AMPARÁN

Comentábamos ayer la muerte de un escritor norteamericano icónico, J. D. Salinger, quien convirtió al personaje adolescente de su novela "El guardián en el centeno" en el modelo del joven desorientado, rebelde y despectivo hacia la sociedad y los patrones de los adultos. En cierta forma, fue Salinger el primero que supo darle voz y pensamiento a quienes en la década de los cincuenta empezaron a ser llamados adolescentes. De ahí el éxito y la permanencia de su libro.

También recientemente falleció otro escritor entrañable, cuyo principal mérito residió en tratar de darle explicación a uno de los enigmas que atraviesan la historia de Latinoamérica: qué es realmente la Argentina, y cómo le ha hecho para, afanosa, tercamente, mantenerse anclada en el Tercer Mundo... siendo que hace sesenta y cinco años era el quinto o sexto país más rico del planeta.

Si uno quiere sumergirse en esos embrollos, lo mejor es ir de la mano de Tomás Eloy Martínez, quien falleciera hace unos días, a los 75 años de edad.

Martínez exploró el alma platense abordando literariamente la vida de quienes, de alguna forma, llenaron la historia del siglo XX y el imaginario sentimental de los argentinos: los Perón.

En "Santa Evita", Martínez recrea la fantástica historia del ir y venir de los restos de la antigua primera dama, y el fenómeno social que creó en vida pero, sobre todo, ya muerta. Con ello trata de explicar no sólo la veneración laica que sigue produciendo Eva Perón, sino el porqué una de las sociedades mejor educadas del continente se dejó llevar por la demagogia de un militar populista. Y no una, sino dos veces.

Como era de esperarse, hubo peronistas de hueso colorado que no le perdonaron a Martínez algunos comentarios en relación no sólo con las vidas del líder y su carismática mujer... sino, sobre todo, con una sociedad que los encumbró de forma no muy madura. A ninguna comunidad le gusta verse en el espejo y distinguir sus manchas y defectos.

No fueron los únicos enfadados con Tomás Eloy Martínez: en plena Guerra Sucia, los militares lo obligaron a huir al exilio, cuando se mostraron molestos por sus escritos sobre la dictadura y sus crímenes.

Fue mientras se hallaba lejos de su patria cuando Martínez escribió sus páginas más lúcidas sobre ella. Es el efecto que suele tener el exilio sobre las buenas inteligencias y los corazones vaciados por la distancia. Y gracias a ello es posible acercarse un poquito a ese misterio que es el temperamento argentino... y cómo lo han desperdiciado a lo largo de las últimas décadas en loas a Maradona y aplausos a los sucesores putativos de Perón. Sea por Dios. Y descanse en paz el buen Tomás. De ésos no abundan en las letras latinoamericanas.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 498575

elsiglo.mx