Los humanos tenemos la extraña compulsión de conferirle cualidades y defectos propios de nuestra especie a los demás ocupantes de este planeta que tanto maltratamos. Así, se supone que el león es majestuoso y la hiena un ser despreciable; que el águila es noble y el buitre una especie de político mexicano, carroñero y parásito. Que la grácil gacela es inocente y el guepardo que la abate y se la come un auténtico gandalla.
Sabemos que no es así: cada animal simplemente cumple su función dentro del ciclo de la vida, y no hace sino aquello que la naturaleza le manda hacer. El león no es digno ni la hiena detestable: cada cual llena su nicho ecológico y ya. Y no hay nada personal: los predadores matan para comer y no por diversión o venganza; los fitófagos rumian hierba todo el día para convertirla en proteína... que devorarán los carnívoros. De hecho, la única bestia que mata por placer o por puros puntos, incluso a los de su misma especie, es el hombre. Ése sí que es un auténtico animal.
Sin embargo, los estereotipos son difíciles de romper. Por ello a algunas buenas almas les alarmó una noticia proveniente de Kenia, aparecida la semana pasada: que las autoridades de ese país de África Oriental están haciendo un rodeo de cebras y ñúes en una región, para llevarles esos grandes herbívoros a los leones de otro lado. O sea, esos pobres e indefensos cuadrúpedos les serán servidos de almuerzo por el hombre al rey de la selva... que, por cierto, rara vez vive ahí (es más bien animal de sabana, depredador de espacios abiertos).
El caso es que la Reserva Animal de Amboseli, la segunda más visitada de Kenia (y por tanto, importante fuente de divisas) padece la peor sequía en 26 años. Ello ha provocado la muerte de un 80% de sus herbívoros, de los que depende la alimentación de los leones. Éstos, acuciados por el hambre, han empezado a zamparse vacas y chivas de las tribus ganaderas de los alrededores. Por supuesto, a esas poblaciones no les hace ninguna risa que a su fuente de ingresos ahora-sí-que se la coman los leones. Para evitar un grueso conflicto entre hombre y vida salvaje, y mantener el flujo de dólares por el turismo, el Gobierno de Kenia decidió transportar a Amboseli carne fresca que los gatazos pudieran cazar, y así dejaran en paz al ganado local.
4,000 cebras y 3,000 ñúes van a ser transportados en camión. No mucha variedad, pero los leones de Amboseli no se pueden poner muy exigentes. Las autoridades esperan que no sólo se aplaquen los felinos, sino que queden vivos suficientes herbívoros para que éstos se reproduzcan y reemplacen a los muertos durante la sequía de esta temporada.
Y así, en diez o veinte años, los descendientes de los leones actuales se andarán comiendo a los descendientes de las cebras que hoy están siendo desplazadas. El eterno ciclo, con un pequeño empujón por parte del hombre.