Qué pasa por las cabezas de los terroristas, especialmente tratándose de los que cometen atentados suicidas, es una de esas incógnitas que dejan a los especialistas rascándose la cabeza. Y es que muchas suposiciones y prejuicios con respecto a quienes realizan ese tipo de actos, frecuente y sencillamente no casan con lo que ocurre en el mundo real.
Por ejemplo, un alto porcentaje de los terroristas musulmanes capturados por las fuerzas de seguridad, occidentales o en otras partes del mundo, no son particularmente versados en educación islámica. De acuerdo con una investigadora de Harvard, la abrumadora mayoría de los terroristas detenidos en Arabia Saudita no había tenido una educación religiosa extensa y su comprensión del Islam era muy limitada. Claro que no se necesita ser muy instruido para convertirse en fanático, pero el hallazgo no deja de ser sorprendente.
Asimismo, contrario a lo que mucha gente cree, el terrorismo no es fomentado por la pobreza y la represión. Si así fuera, habría una buena cantidad de terroristas brasileños o mexicanos. Y existirían más atentados terroristas en China que en la India, y ocurre exactamente lo contrario.
Echándole un ojo a números y estadísticas, resulta difícil encontrar una constante en relación con los terroristas islámicos... con una notable excepción: muchos de ellos son ingenieros o estudiantes de ingeniería.
A tan sorpresiva conclusión llega un artículo publicado recientemente en el European Journal of Sociology. Según los autores, los ingenieros están sobrerrepresentados en las células terroristas entre tres y cuatro veces más que otros profesionales. Según algunas estadísticas, un 44% de los terroristas activos (o sea, que pasaron del dicho al hecho) tenían algún tipo de estudio ingenieril... lo que de pasada también echa por la borda la noción de que el terrorista es un analfabeta fácilmente manipulable.
¿Por qué ingenieros y no médicos o administradores? ¿O, si a profesiones vampíricas y crueles nos remitimos, abogados? Según los autores del artículo, la ingeniería atrae a individuos que prefieren respuestas claras y modelos mentales que minimizan la ambigüedad. En las universidades estadounidenses, por ejemplo, la probabilidad de ser al mismo tiempo religioso y conservador es siete veces mayor en las escuelas de ingeniería que en las de ciencias sociales. O sea que les gusta lo cuadrado e irrefutable. Según esto, pues, hay mucha afinidad entre la estructura mental de los ingenieros y las ideas que nutren a los terroristas radicales islámicos. Si a eso le añadimos que, allá como acá, muchos ingenieros terminan volteando hamburguesas (o bueno, fatallehs), viendo frustrado su futuro por la falta de oportunidades, la cosa parece tener lógica.
Así pues, ese extraño fenómeno que es el terrorismo nos sigue sorprendiendo.
PD: El lunes a las 11 AM en el CITE del Tec de Monterrey habrá un homenaje a Antonio Jáquez. Están invitados.