La reciente cumbre del llamado Grupo de Río no dejó de presentar sus aspectos curiosos y hasta irónicos. En una reunión que se supone enfatizaba la unidad de los pueblos latinoamericanos y del Caribe, el primer día los presidentes de Colombia y Venezuela se insultaron a gritos.
El líder boliviano Evo Morales fue engatusado para darse una escapada a la Ciudad de México y recibir un supuesto "bastón de mando de los representantes de los pueblos indígenas"... en Coyoacán, en una ceremonia en la que no hubo un indígena ni bailando en el semáforo más cercano. Y fue posible ver lo mucho que se relaja Felipe Calderón cuando tiene por ahí cerca a estadistas tan notables como Raúl Castro y Daniel Ortega. Quizá sea por que con ellos puede hablar en castellano, pero a Calderón parece encantarle hallarse en tan selecta compañía.
El propósito de la cumbre era, como decíamos, fomentar la unidad continental y crear un organismo internacional que agrupe a todo el hemisferio... pero sin Estados Unidos y Canadá. Puros latinos y caribeños, pues. Qué ventajas puede obtener México de un organismo de ese tipo, no queda claro: el 90% de nuestro comercio es hacia el norte. Y por qué o cómo sería mejor que la OEA, nadie lo supo explicar. Al parecer todo el planteamiento de un nuevo organismo intergubernamental vino resultando un sueño guajiro.
Insistir en la necesidad de lograr la unidad latinoamericana suena cada vez más forzado. Por un lado, como decíamos, los intereses de México están en Norteamérica, no en Sudamérica. Además de que allá no nos quieren mucho que digamos. Digo, hasta de la Copa Libertadores (¿o fue la Sudamericana?) corrieron a los equipos mexicanos, por mocosos. La verdad es que ni Argentina ni Brasil están particularmente deseosos que aumente la presencia en la región de una economía que todavía es más grande que las suyas.
Por otro lado, las disputas entre países latinoamericanos son seculares e innegables. Chile y Perú parece que acabaran de pelear la Guerra del Pacífico de hace 130 años. Bolivia insiste en recuperar su salida al mar, que perdiera a manos de Chile en ese mismo conflicto. Venezuela y Colombia viven agarrados de la greña. Honduras sigue teniendo agravios con sus vecinos El Salvador y Honduras. Hablar de la amistad y la fraternidad entre los pueblos del continente resulta un discurso cada vez más gastado y menos creíble.
Un tercer factor a considerar es si el presunto nuevo organismo no será un caballo de Troya para esparcir la peste bolivariana con la que Chávez trata de inundar el continente. Y es que Chávez sabe que en la OEA no la harán nunca mucho caso... pero si crea una organización, unión o como se le llame, a la medida, ahí sí podría darse vuelo.
Total, que la reunión en Cancún no parece haber dejado gran cosa positiva para la armonía continental. Al menos esperamos que los mandatarios se hayan relajado y cargado pilas con la asoleada. Fuera de eso, poco o nada parece que saldrá del las playas de la Riviera Maya.