Alguien (me suena a que fue Churchill, pero igual pudo haber sido cualquier inglés, que para esas cosas se pintan solos) dijo alguna vez que el nivel de civilización de un país se mide por su sistema postal. En ese sentido, no cabe duda que México va de picada y en caída libre desde hace mucho, pero mucho tiempo. El estado de nuestro sistema postal es una señal clarísima de cómo la barbarie le ha ido ganando la partida a la civilización... y no sólo en el rubro de los decapitados, encostalados y empozolados.
Como prueba de que todo tiempo pasado fue mejor, no tengo sino que voltear a ver un librero de la casa: ahí reposan casi setenta años de revistas de la National Geographic Society, resultado de una suscripción que iniciara mi padre allá por los años cuarenta. En la colección falta menos de media docena de ejemplares. Hay décadas enteritas intactas. ¿Y a que no saben qué? Que todos y cada uno de esos ejemplares llegaron a diversos domicilios vía el servicio postal mexicano. Y, frecuentemente, con gran rapidez. Mi padre y yo nos acostumbramos a esperar el ejemplar de, digamos, marzo, por ahí del 20 de febrero.
Pero de unos años a esta parte algo ha pasado. Algo muy grave. Empezó con las revistas semanales. De pronto pasaban dos o tres números sin arribar, para que luego llegaran en bonches de tres o cuatro ejemplares al mismo tiempo. El problema, obviamente, es que la de hacía un mes para maldita la cosa que servía que finalmente encontrara su destino.
Hace cuatro o cinco años decidí cancelar mi suscripción al semanario TIME, que me había acompañado fácil dos décadas. Esas tardanzas resultaban muy enfadosas y frustrantes, y a la larga lo que debía ser un placer se convertía en un motivo más de irritación (en un entorno en el que de ésos hay a puños).
Mantuve mis suscripciones a publicaciones mensuales (LetrasLibres, Nexos, NatGeo) porque ésas no parecían tener broncas. Quizá llegaran dos o tres días más tarde que antes, pero en esos casos ello no causaba molestias.
Hasta que el año pasado también ese tipo de revistas empezó a fallar, especialmente la del cuadro amarillo. Supuse que se trataba de un infrecuente error. Pero ahora estoy inclinado a pensar que es un compló fraguado por la masonería, los judeobolcheviques, la mafia oligárquica enemiga del Proyecto Alternativo de Disfunción y/o los Na'vi. Porque para error ya fue mucho.
El año pasado, fallaron dos ejemplares del NatGeo. Este año no ha llegado ninguno. Ni el de enero ni el de febrero. Como el señor Alzheimer recientemente me ha andado mandando mensajes, me puse a checar; y sí, mi suscripción vence en junio de 2010. Así que, en nombre de muchos otros desesperados que me han contado casos similares, lanzo la pregunta al aire: ¿Dónde &%$#% están mis revistas?
