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EL COMENTARIO DE HOY

TERREMOTO(S) EN CHILE

FRANCISCO AMPARÁN

Unas cuantas semanas después del masivo terremoto que devastó la capital de Haití, un nuevo fenómeno sísmico sacude a nuestro continente. Pero los efectos de la catástrofe en Chile pueden llegar a ser tan diferentes como lo es ese país con respecto a Haití.

En Haití, el daño estuvo confinado a la capital y sus alrededores. En Chile, los efectos se sintieron en medio país, en siete de las trece regiones en que se divide esa extraña nación con forma de cinta de zapatos.

En Haití, los muertos fueron decenas de miles, quizá más de doscientos mil. En el caso de Chile, hasta el martes, la contabilidad iba en menos de 800... lo que, en vista de la magnitud de la destrucción, parece inusualmente bajo.

En Haití, muchos edificios se desplomaron como castillos de naipes debido a lo laxas de las regulaciones municipales de construcción: muchas casas haitianas eran inseguras desde el momento mismo en que se construyeron, dejen ustedes por el temblor. En Chile se supone que había que llenar ciertos requisitos para poder edificar en terreno que, y esto se sabe desde hace siglos, es susceptible a sufrir un gran sismo cada generación. Que tantos edificios de reciente construcción se derrumbaran sólo indica una de dos: o el sismo superó toda posible previsión; o intervino la corrupción, vía materiales de segunda calidad, construcción en suelos no aptos para ello y vaya uno a saber qué más triquiñuelas. La primera opción como que no funciona, porque el del sábado, de hecho, no fue el peor sismo sufrido por Chile: el más fuerte registrado en la historia del mundo ocurrió en 1960, y fue unas cien veces más poderoso. Así que las reglas deberían haber contemplado construir para resistir un terremoto como el de este fin de semana.

En Haití, una parte sustancial de la capital se quedó sin una vivienda. Lo mismo ocurrió en Chile, pero a nivel de muchas ciudades y pueblos del centro y el sur del país. Se habla de dos millones de damnificados. ¡De una población de 17 millones! Casi el 12% de los chilenos, uno de cada nueve, se quedaron en la calle de la noche a la mañana.

En Haití no hubo mucha destrucción de infraestructura porque no había casi ninguna antes del sismo. En Chile, la única autopista nacional quedó seccionada en varias docenas de lugares. Se cayeron puentes y torres de conducción eléctrica; varios puertos fueron devastados por el tsunami que siguió al temblor principal.

Pero quizá el principal golpe sea psicológico: Chile estaba a un paso de ingresar al Primer Mundo. Luego de décadas de sensatez fiscal y trabajo duro, se esperaba que en un lustro los chilenos finalmente cumplieran ese viejo sueño latinoamericano: abandonar el Tercer Mundo. Pero ahora, en menos de dos minutos, mucho de lo conseguido se derrumbó, y habrá que empezar de nuevo, desde abajo, en muchos rubros. ¿Maldición latinoamericana? La verdad, parece que ya necesitamos una barrida.

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