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EL COMENTARIO DE HOY

Jugándosela para votar

FRANCISCO AMPARÁN

En México batallamos mucho para poder construir una democracia; disfuncional e imperfecta, pero democracia a fin de cuentas. Muchos ciudadanos están decepcionados de ella, como lo demuestra una encuesta reciente que luego comentaremos. La amargura causada por la mediocridad, cretinismo y pequeñez de nuestra clase política, hace que muchos mexicanos recelen de lo que nos costó tanto esfuerzo, trabajo y dinero construir. Los niveles de pobreza, desempleo, fracaso académico, son interpretados por mucha gente como prueba de la inutilidad del nuevo sistema. Si a eso le añadimos que una pequeña minoría todavía cree que algo turbio ocurrió en julio de 2006, entonces concluimos que la democracia mexicana tiene un largo camino que recorrer todavía, para ser vista como un conjunto de instituciones confiables, y las mejores a las que podemos echar mano. Quienes dicen que antes estábamos mejor, sólo quieren regresar al pasado autoritario para alcanzar sus muy particulares objetivos, no porque deseen el bien de México.

En todo caso, deberíamos alegrarnos de que, pese a sus disfunciones y altísimo costo, en México acudir a las urnas no conlleva una amenaza a la vida del votante. Y que, pese al bajísimo nivel de nuestros políticos, la violencia el día de las elecciones se ha vuelto una ocurrencia cada vez más rara.

Habría que recordar todo ello, porque hay pueblos que sí tienen que arriesgar el pellejo para poder sufragar. Y que literalmente se la juegan cuando acuden a los centros de votación.

Por ello hay que admirar la entereza de los ciudadanos de Irak, que hace unos días emitieron su voto pese a las amenazas de atentados por extremistas de todo tipo, incluido el ajonjolí de todos los moles, el inevitable Al Qaeda.

Por segunda vez en su historia (la otra fue en 2005), el pueblo iraquí pudo elegir libremente a sus representantes. Como para los fundamentalistas eso de la democracia es invento del demonio y parte del proyecto del occidente cristiano para atacar al Islam, advirtieron que quienes le siguieran el juego al Gobierno podían pagar con sus vidas. Varios atentados suicidas en los días previos a la elección le confirieron concreción a las amenazas.

Pero el pueblo iraquí no se dejó intimidar: votó más de un 62% del padrón... un porcentaje superior al de México de las últimas elecciones. Para el abstencionismo en nuestro país no hubo más pretexto que la flojera de levantarse en domingo. Allá, el que más de seis de cada diez enfrentaran la posibilidad de ser volados en pedazos por un bombardero suicida, francamente es digno de encomio.

Se espera que, luego de cinco años de experiencia parlamentaria, los políticos iraquíes puedan armar un Gobierno que funcione, una democracia que rinda frutos, un sistema que responda a la voluntad de la gente. Sería lo mejor para esa región del mundo... y para los Estados Unidos, a los que se les queman las habas por salir de ahí.

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