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EL COMENTARIO DE HOY

Somos métricos de hace tiempo

FRANCISCO AMPARÁN

Dado que el señor Alzheimer ya me anda echando ojitos, un servidor anota todas aquellas actividades de la vida cotidiana que se salen de la tediosa y monótona rutina. Para ello utilizo una bonita y práctica agenda que me regaló El Siglo de Torreón el pasado diciembre.

Pues bien: la agenda es una de ésas en las que, debajo de cada día, tiene una efeméride referida a la fecha. Lo cual puede resultar ocioso, distractor o muy ilustrativo, dependiendo del ánimo del lector, y qué tan interesante resulte el hecho conmemorado.

Por ejemplo, en un día como hoy, 15 de marzo, pero de 1861, México adoptó oficialmente el Sistema Métrico Decimal. Lo cual, todo hay que decirlo, resulta un gran logro por la época y las circunstancias.

Durante toda la historia, cada civilización o país midió distancias, pesos y volúmenes como le daba su real gana. Las medidas no tenían ninguna lógica ni racionalidad. Era imposible relacionar el peso con el volumen o viceversa. Las medidas de longitud variaban de un país, de una región a otra. Quizá sólo tenían en común que todas eran caprichosas y nada que ver con la naturaleza. Algunas trataban de referirse a partes del cuerpo humano... lo que no ayudaba mucho que digamos. La yarda inglesa, por ejemplo, oficialmente era la distancia entre la punta de la nariz y la yema del dedo índice de la mano derecha del rey Enrique I. Ahí los quiero ver pidiéndole al rey que estirara el brazo a cada rato para ver si le vendieron bien la yarda de popelina.

Pasó el tiempo, llegó el siglo XVIII, y con él esa prodigiosa explosión de ideas que llamamos La Ilustración, movimiento que impulsaba la racionalidad en todos los ámbitos. De ahí surgieron novedades revolucionarias como la igualdad entre los hombres, los derechos humanos, la democracia representativa y la división de poderes. A fines de ese siglo, los seguidores de esas ideas se las ingeniaron para encender dos revoluciones en un par de continentes: la Americana, que daría nacimiento a los Estados Unidos; y la Francesa, que hizo mucho ruido, pero cosechó, en realidad, pocas nueces. Pero shhh, no le digan a los irreductibles galos, porque se enojan.

Uno de los frutos más agradecibles y duraderos de la Revolución Francesa es, precisamente, el sistema métrico decimal, elaborado por una comisión formada por el Gobierno revolucionario franchute. El SMD tiene la sencillez de hacer conversiones simplemente moviendo el punto y quitando y agregando ceros. Y, como tenía que ser con un hijito de la Ilustración, existe un referente racional con la naturaleza: un metro es una diez millonésima parte de la distancia entre el polo (norte o sur, da igual) y el Ecuador. Pero eso no es todo. Si tomamos un metro cúbico y lo dividimos en diez mil, obtendremos el litro. Y ese litro lleno de agua, a su vez, pesará un kilo. Así, las medidas de longitud, área, volumen y peso están relacionadas entre sí.

Tan novedoso sistema no fue fácilmente aceptado. De hecho, muchos países no lo adoptaron sino hasta bien entrado el Siglo XX. Para no ir más lejos, Estados Unidos sigue trabado con su absurdo sistema de yardas, pies, pulgadas, furlongs y millas. Por eso resulta notable que México se haya puesto métrico hace casi siglo y medio. ¡Ah, esos liberales tan necios, queriendo modernizar un país que se empeña (desde entonces y hasta ahora) en no ser moderno!

PD: Gracias al señor Vargas, supervisor de Correos de México, por el interés puesto en hallar dónde están mis %$%#% revistas, de las que hablé hace unos días.

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