Y sigue la mata dando... o quizá sea mejor decir que en Ciudad Juárez se siguen matando. Pero de unos días a esta fecha, hay un ingrediente nuevo: que el Buró Federal de Investigaciones norteamericano, el famoso FBI, va a meter sus zarpas en aquella convulsa ciudad. ¿La razón? El reciente asesinato de tres personas que tenían que ver con el Consulado americano. Y eso sí que no: el Departamento de Estado norteamericano es muy, pero muy quisquilloso en cuanto a lo que le pasa a su personal. Tanto así, que el mismísimo presidente Obama hizo una pausa en su pugilato con los necios del Capitolio y condenó públicamente los crímenes.
Se supone que el FBI ayudará a las policías locales en la investigación de esos asesinatos en particular. Aún con lo limitado de su actuación, que el FBI ande en esas danzas presenta aristas muy interesantes.
Por un lado, es muy probable que, con rascarle tantito, los ahijados de J. Edgar Hoover encuentren evidencias de la enorme corrupción que existe en las fuerzas del orden en la frontera. La impunidad absoluta a la que se han acostumbrado los sicarios no puede tener otra explicación. Claro que también en las policías norteamericanas hay corruptos... pero dudo mucho que el FBI se haya topado con una situación como la de Juárez. La cuestión es cómo van a manejar esa información los federales de aquel lado. El asunto es bastante sensible.
Por otra parte, algunos analistas consideran que este puede ser un parteaguas en la vinculación entre México y Estados Unidos en relación con el narcotráfico. Que ahora que las pedradas empiezan a caer en su techo, nuestros vecinos van a tomar más en serio la colaboración con las muy vapuleadas autoridades mexicanas. Yo no estoy tan seguro. Y ello, por dos razones:
Primero: pese a todo, en Estados Unidos no se aprecia ningún ánimo de pescar a los peces gordos. Sigue siendo pasmoso cómo varios millones de gringos se dan sus pasadotas a diario, y no se aprehende a un solo mayorista, a un solo capo, a un solo equivalente primermundista del Chapo o García Ábrego. Cuando hay detenidos, por lo general se trata de minoristas, pobres diablos negros analfabetos, buenos para correr, tirar bala y poco más. Ni de faul le atinan a un arresto significativo. Cualquiera diría que, en cuanto la droga pasa la frontera, le salen patas y empieza a correr rumbo a Nueva York, Chicago o Seattle... a cientos, si no miles de kilómetros de distancia.
¿Corrupción a los más altos niveles del Gobierno norteamericano? ¿Allá tienen un crimen mucho mejor organizado que aquí? ¿O sencillamente las fuerzas del orden tienen la noción de que es mejor no menearle... y que los muertos los pongamos nosotros?
Sobre la segunda razón de por qué no le tengo mucha fe al FBI, hablaremos mañana.
