Que nuestra clase política está completamente degradada, es una realidad de a kilo y que comprobamos cotidianamente quienes pagamos impuestos para mantener a esa caterva de vividores e inútiles. Pero no hay comprobación más fehaciente de esa degradación que el ser pasmados testigos de que los políticos no sólo son incapaces de reconocer sus errores: de hecho, piensan que son lo mejor que le ha ocurrido a este país desde que unos aguerridos peludos mataron al Mamut de Iztapalapa. Como decíamos en nuestra infancia: se la creen. De tanto estar oyendo autoalabanzas y mirándose el ombligo, esos botarates piensan que son figuras históricas, merecedoras de homenajes y recordatorios, o mínimo de aparecer en las estampitas de la Editorial Patria. Lo que es no tener noción de las proporciones. O del ridículo.
Eso podemos concluir leyendo la noticia, aparecida el domingo pasado en El Siglo de Torreón, sobre las propuestas de decoración para el nuevo recinto de la Cámara de Senadores.
Cabe hacer notar que ese edificio es completamente innecesario: para acomodar a menos de 130 inútiles, basta y sobra el actual de Xicoténcatl. Pero como los legisladores no tienen ninguna reticencia en gastar a puños el dinero ajeno, decidieron que era necesario cambiarse a otro lado. Todo ello a cargo, claro, del exprimido causante mexicano que sí paga impuestos y sí genera riqueza.
La cuestión es cómo se va a decorar esa nueva sede de la Cámara de Senadores. Y en las propuestas queda plasmada la soberbia, la incuria, la absoluta insensibilidad y pérdida de piso de los senadores.
Por ejemplo, la propuesta de una escultora llamada Glenda Hecksher Ramsden plantea una "estela espectacular" de estilo maya, con "el perfil del rostro de cada uno de los 128 senadores, sus manos idénticas (sic) en actitudes características personales, su nombre, partido y sexo". ¿El costo de la estela maya con las jetas de los senadores actuales? 26 millones 650 mil pesos.
Ustedes me dirán que todavía no se aprueba semejante monstruosidad, y que evidentemente la escultora le quiso dar en su mera pata de palo a nuestros legisladores, que son tan salvajes, tan ignorantes, que hasta se creen inteligentes haciendo las burradas que hacen.
Sí, pero la cuestión es que cuando la propuesta se sometió a la Comisión del Senado respectiva, nadie dijo ni pío. Ninguno de nuestros Padres de la Patria protestó por semejante barbaridad, tomadura de pelo o ridículo histórico. Tamaña cachetada a la dignidad ciudadana pasó por el augusto recinto sin tocar baranda. Sin duda porque a los señores senadores el gastar el dinero de manera tan estúpida es algo que se les da con naturalidad. Y no dudo que uno que otro habrá pensado en cómo se vería su perfil en una estela maya... aunque no sepa ni qué rayos es una estela. Así se las gastan. Y con esos bueyes tenemos que arar.