Seguramente el amigo lector, en algún momento de su vida, se ha topado con un ser humano por el cual, luego de conocer su apelativo nominal, ha pensado para sus adentros: "¿En qué estaban pensando sus padres cuando lo bautizaron?"; o bien: "Evidentemente fue niño no deseado, para que le hayan puesto ese nombre a propósito"; o, en el colmo de la misericordia: "Si ya tiene más de 18 años, ¿por qué no se lo ha cambiado?"
Y sí, la verdad es que a la hora del bautismo hay padres que tienen una imaginación muy desbordada, un cerebro muy pequeño, o de plano muy poca madre. De manera tal que, por sus caprichosas decisiones, sus vástagos terminan cargando nombres que, para efectos prácticos, en su vida social, escolar y hasta sexual, van a constituir una losa más pesada que la del mítico Pípila.
Para evitar esos desaguisados, la diputada perredista en la Asamblea Legislativa del DF Aleida Alavez, propuso reformas al Código Civil para dar a los jueces la facultad de conminar a que el nombre propio que vayan a otorgarles a menores que son registrados, no sea "infamante".
La diputada explicó que hay niños registrados con nombres como Robocop, Pocahontas, James Bond, Terminator, Lady Di, Masiosare (quien durante toda su existencia será siempre "un extraño enemigo") y Anivdelarev (que fue el santoral que leyeron sus padres el 20 de noviembre). Aquí entre nos, podía haber incluido en el listado a sus compañeros de partido, los hermanitos Martí y Lenina Batres, o a Graco Ramírez. El chiste es que el niño no tenga que sufrir escarnio, mofa o ridículo a causa de la puntada de sus padres.
Además, la diputada también propone que las rectificaciones a las actas de nacimiento, que generalmente tienen que ver con una letra cambiada por una secretaria no muy apta para dar teclazos, se simplifique y pueda realizarse sin juicio administrativo, como hasta ahora. Lo cual me parece muy bien: todo lo que se proponga para eliminar burocracia en este país, es hacer patria.
Pero en tan sensata propuesta creo detectar al menos dos problemas: por un lado, se supone que los jueces podrían "conminar", no prohibir. Así que, si un pater familias se emperra, no habría poder legal para impedir que su retoño pase a llamarse Tiger Woods Gutiérrez... aunque el crío no llegue a ver un campo de golf ni en los juegos de video.
Por otro lado, ¿qué es un nombre ridículo? Como que la línea que separa lo deplorable de lo tradicional es muy, pero muy delgada. Si el bisabuelo de mi niño se llamaba Herculano Wilebaldo, y a mí se me pega la gana honrar su memoria (aunque el muy macana ni herencia dejó), ¿podría conminarme el juez a no hacerlo, sólo porque a él le parece ridículo? ¿Habrá una lista de los nombres que sí y los que no? Como se puede ver, una prueba más de que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.