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EL COMENTARIO DE HOY

Problemas en Sudáfrica

FRANCISCO AMPARÁN

Uno de los problemas de ser políticamente correcto es que, con frecuencia, ello conduce a tomar decisiones que están reñidas con el simple sentido común. Por andar presumiendo de abierto, moderno y tolerante, hay gente que provoca auténticos desastres.

Peor aún resulta cuando la que se las da de políticamente correcta es una institución mafiosa. Es lo que ocurre con la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), que toma decisiones que suelen dejar a muchos rascándose la cabeza. Y es que los chicos listos de Blatter se las ingenian para desconcertar a tirios y troyanos, adjudicando sedes para eventos importantes sin respetar la simple realidad.

Por ejemplo, sólo a la FIFA se le pudo ocurrir darle a Japón y Corea del Sur la organización conjunta del Mundial de 2002. Coreanos y japoneses se detestan cordialmente, tienen una tensa relación de vecinos hostiles, y cada vez que pueden se escupen en la cara (o poco menos). Pero para no relegar a cualquiera de ambos países, cuando finalmente le tocó a Asia en la rotación de las sedes de la Copa del Mundo, la FIFA les enjaretó la organización conjunta a los dos. Sólo la disciplina y el estoicismo orientales hicieron que aquello funcionara.

Como este año se cumple medio siglo de la independencia de la mitad de los países africanos, a la FIFA se le metió entre ceja y ceja, desde hace una década, que el Mundial de 2010 debería celebrarse en el Continente Negro. Teniendo en cuenta esa limitante, las opciones no eran muchas. Se optó por la aparentemente más obvia: Sudáfrica. No sólo es la economía más próspera del África Subsahariana, sino que muchos consideran digno de celebrar que un sistema detestable, el Apartheid, fuera eliminado por procedimientos pacíficos; y que ahora la población negra tenga los mismos derechos que los blancos. Todo lo cual está muy bien y suena muy bonito.

Pero hay otros factores que debieran haberse atendido... y que fueron convenientemente ignorados. Por ejemplo, que una quinta parte de los adultos sudafricanos son seropositivos al VIH. Y los gobiernos sudafricanos, hasta hace poco, sistemáticamente habían minimizado la importancia de la epidemia. Lo que Sudáfrica necesita son hospitales y campañas efectivas, no estadios.

Otro asunto es que Sudáfrica es un país violentísimo. No es por ponerme en los zapatos del irascible presidente Calderón, pero la tasa de homicidios por allá ciertamente es mucho peor que en México.

Además, la cuestión racial no es tan apacible como parece: esta semana fue asesinado Eugene Terreblanche, el líder de un grupo neonazi que apeló al terrorismo para impedir la desaparición del Apartheid. Aunque su muerte al parecer tuvo que ver con un pleito por salarios, las tensiones raciales subieron varios puntos en un solo día... lo que indica que la tranquilidad entre los distintos grupos étnicos no es tan sólida como parece.

En fin, que no se esperen otra Alemania 2006. Y es que, sencillamente, Sudáfrica no es Alemania. Ni Corea ni Japón.

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