Hay que enseñar con el ejemplo, si se quiere ser líder. Eso lo sabía muy bien Barack Obama a la hora de asumir la Presidencia de los Estados Unidos hace quince meses. Y es que su antecesor había lastimado tanto y tan profundamente el liderazgo norteamericano de Occidente, que Obama sabía que tendría que pasar de la retórica a la acción con rapidez. Y en todo tipo de temas.
Lo que ha ocurrido durante la última semana es un buen botón de muestra de las capacidades de liderazgo que Obama ha venido mostrando; a veces con buena fortuna, a veces no tanto.
Hace unos días, Obama firmó con el presidente ruso Medvedev el tratado de eliminación de armas nucleares más importante e incluyente en 35 años. Con ello los dos viejos exrivales de la Guerra Fría mandaron un mensaje contundente: ese tipo de armamento es demasiado peligroso como para tenerlo en exceso. Lo mejor es desmantelar lo que, evidentemente, está de más y ni remotamente tiene posibilidades de ser usado nunca. Además de lo que se ahorran esos países en el mantenimiento y la seguridad del arsenal.
Inmediatamente después de ese gesto de buena voluntad, Obama reunió en Washington a los líderes de 47 países, para consensuar la necesidad de limitar en lo posible la amenaza de un acto terrorista con material nuclear.
En la reunión estuvieron desde los jefes de Estado de las potencias nucleares, hasta líderes regionales como México, Brasil, Sudáfrica e Indonesia. Ninguno de esos países tiene pretensiones nucleares. Vaya, ya quisieran estar completamente electrificados. Pero de lo que se trataba era mostrar un consenso global al compromiso de hacer todo lo posible por eliminar materiales radiactivos enriquecidos, y así evitar que éstos puedan caer en manos de terroristas. Para efectos prácticos, Obama está diciendo que para ello cuenta con el apoyo personal y directo de uno de cada cuatro jefes de Estado del mundo. Discutiblemente, los más influyentes, además.
De rebote, la reunión sirvió para condenar la opacidad del programa nuclear iraní. El vociferante presidente de Irán, Mahmmud Ahmedinejab, consideró que sus colegas reunidos en Washington, "parecen estúpidos o retrasados"... con lo cual dudamos que se gane muchas buenas voluntades. Lo que quedó claro es que Irán está cada vez más aislado, y difícilmente encontrará apoyos. Hasta los chinos, que siempre le han dado bolita, parecen hartos de los desafíos y berrinches iraníes.
Total, que la jugada parece haberle salido redonda a Obama. Lo cual, después de un triunfo en la arena interna, con la reforma en el sistema de salud, parece encaminarlo a un segundo año de mandato mucho mejor que el primero.