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EL COMENTARIO DE HOY

SENADORES COBARDES

FRANCISCO AMPARÁN

En cierta forma da gusto que la clase política mexicana tenga una pizca de coherencia: no sólo son ineptos, rapaces e ignorantes. También son cobardes, poco-hombres y rastreros. Ello quedó demostrado el jueves pasado en el Senado de la República, cuando esos augustos solones que viven como reyes chupándonos la sangre de nuestros impuestos, actuaron como lacayos asustados, que no querían hacer enojar a su amo. Lo peor es que el amo es un tirano decrépito que no puede ni hacer pipí por sí mismo; y su reino está en la ruina, la gente padece hambre y no sabe si tendrá electricidad al día siguiente.

Efectivamente: por miedo a qué diría el embajador cubano, la izquierda paleolítica mexicana y las infumables editoriales del periódico Granma (y de La Jornada), el Senado de la República rechazó, con votación de 43 en contra y 42 a favor, una leve condena al régimen castrista por sus violaciones a los derechos humanos, el trato que le da a los presos políticos, y su criminal indiferencia a los reclamos de quienes se han puesto en huelga de hambre para pedir la liberación de gente encarcelada por demandar lo que en México es común. Sí, lo que esos senadores no aceptarían para ellos y sus hijos, les tiembla la mano condenarlo en el caso de Cuba.

El caso es sintomático de la estupidez crónica de una buena parte de la clase política mexicana, incapaz de hacer ese ejercicio mental llamado pensar, desechar prejuicios y cambiar de opinión cuando la terca realidad así lo impone.

Muchos de quienes hoy tienen la sartén por el mango crecieron en los años sesenta y setenta oyendo que la Revolución Cubana era el máximo suceso ocurrido desde la invención del agua de limón; que la isla bella era "el primer territorio liberado de América"; y que Fidel Castro era una especie de segunda venida de Cristo. Muchos jóvenes creyeron eso; muchos derramaron su sangre tratando de imitar a los barbudos.

El problema es que treinta años después haya cincuentones canosos y tripudos (y muy bien pagados, que se morirían tratando de sobrevivir como lo hace el ciudadano cubano promedio) que siguen creyendo lo mismo. O si no lo creen, le tienen un respeto que linda con el pavor a un tirano apolillado, a una revolución fracasada por todos lados, a un régimen al que no toma en serio ni respeta nadie en el mundo... excepto la clase política mexicana.

Sólo así se explica que un planteamiento que ha hecho medio planeta, empezando por el Parlamento Europeo (que seguramente es lacayo del imperialismo yanqui), haya sido rechazado por unos senadores que no tienen los tamaños ni el carácter ni los pantalones para admitir que quienes admiraron de jóvenes, hoy son una panda de patéticos ancianos decrépitos que se niegan a soltar el poder.

Ah, y ¿dónde quedó el 34% de los senadores que no votó... porque no estaba en la Cámara desquitando su sueldo, dieta o como le quieran llamar?

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