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EL COMENTARIO DE HOY

SUS DATOS A LA VENTA

FRANCISCO AMPARÁN

La noticia resulta sencillamente escalofriante: en el popular barrio capitalino de Tepito, en donde es fama que se puede comprar cualquier cosa, están a la venta diversas bases de datos, desde el padrón electoral nacional del IFE, hasta listados con las licencias de conducir de la entidad de su preferencia. Los venden en memorias externas, de manera tal que esos datos pueden duplicarse una y otra vez, para ponerse en el mercado una y otra vez. Y claro, los vendedores no son muy escrupulosos en cuanto a quiénes son sus clientes.

Por supuesto, hallándose la población presa del miedo al secuestro y la extorsión, el saber que muchos datos vitales (y procedentes de fuentes oficiales) se encuentran a la venta, nos manda el alma al suelo... y produce un argumento más para la anulación del registro de teléfonos celulares. La renuencia de mucha gente a dar un solo dato personal, a quien sea, queda una vez más justificada. La mula no era arisca; la hicieron.

Otra vez queda de manifiesto la evidente inutilidad del Estado mexicano de hacer las cosas como se deben. Al ser incapaz de resguardar los datos personales que los ciudadanos le entregan por ley, está incumpliendo una función elemental: corresponder a la confianza de los gobernados, que de buena fe le dan información privada. Peor aún: los pone en peligro.

Saber que los datos de cualquiera de nosotros pueden ir a dar a una organización criminal no hará sino incrementar el escepticismo y la desconfianza que se han venido convirtiendo en una plaga social. Cualquier ciudadano que se muestre rejego a revelar cualquier cosa a las autoridades tiene una magnífica excusa. Para colmo, este es año de levantamiento de censo. Si de por sí, ese ejercicio estadístico siempre es visto con suspicacia por los eternos paranoicos, en esta ocasión tendrán un asidero: lo que conteste sobre ingresos, propiedades o lo que sea, puede luego ser conocido por los facinerosos. Entonces, mejor no respondo.

En un país civilizado, se buscaría el origen de la filtración, y se castigaría ejemplarmente a quien hizo mal uso de la confianza pública por el simple afán de lucro. En este país, cada vez más ganado por la barbarie, no pasa nada. La impunidad completa es lo que permite que nuestro tejido social se vaya desgarrando cada vez más, y más profundamente. La impunidad cínica es lo que ha hecho que la violencia le gane espacios a la convivencia civilizada. La impunidad a todos los niveles promueve que cunda la desesperanza y la emigración de nuestros jóvenes.

Mientras no arreglemos ese problema, el problema central de México, esta nación se seguirá despeñando al abismo. No hay de otra.

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