Era de esperarse. La nueva ley promulgada por el estado de Arizona en contra de la inmigración ilegal ha empezado a recibir munición de este lado y del otro de la frontera, y por parte de un espectro muy amplio de la opinión pública norteamericana. Grupos de derechos civiles y ONG's de todo tipo se han comenzado a movilizar para hundir la ley cuanto antes, tomando las calles, haciendo resistencia pacífica en la misma Arizona, recurriendo a los tribunales para que sea considerada anticonstitucional.
La ley plantea que las fuerzas del orden pueden exigirle prueba de su ciudadanía o residencia a cualquier persona sobre la que haya una "sospecha razonable" de ser ilegal. Lo primero es qué rayos significa eso de la "sospecha razonable". ¿No hablar inglés? ¿Ignorar quién ganó la pasada Serie Mundial? Uno puede suponer que el razonablemente sospechoso debe tener pinta de extranjero... aunque en el caso de Estados Unidos ni eso queda claro. Si la ley se hubiera adoptado en Nueva York, tendrían que detener al 70% de la población. En el caso de Arizona, la cuestión es muy clara: tener la tez oscura y hablar español, pueden ser motivos suficientes para la existencia de esa "sospecha razonable".
O sea que para circular por las calles del estado de Arizona, yo tengo que cargar con mi pasaporte o el acta de nacimiento (dado que la licencia de conducir no acredita residencia legal). Lo que ha llevado a algunos críticos a apuntar que la ley se parece a las medidas draconianas de los regímenes totalitarios del pasado... contra los que lucharon los Estados Unidos. Según uno ve en las películas, las palabras más temidas entre quienes sufren en las tiranías, sean nazis, comunistas o del Apartheid, eran: "Sus papeles, ¡pronto!" Irónicamente, ése es uno de los peores temores de la derecha norteamericana.
La ley tiene, según encuestas, un 70% de aprobación por parte de los electores de Arizona. A nivel nacional norteamericano es más difícil de medir, pero no se crean que existe un repudio generalizado.
Varios comentaristas apuntan a que la percepción generalizada, especialmente en los estados fronterizos con México, es que el Gobierno Federal (en el que recae la jurisdicción de lo migratorio) se ha hecho loco, sin hacer nada para frenar la migración ilegal, sin legislar una reforma comprensiva y general. Así que, ante esta indiferencia, ineptitud o desidia, los de Arizona decidieron tomar cartas en el asunto.
Ciertamente, el retraso de una profunda y amplia reforma migratoria lo que ha conseguido es, por un lado, crispar más la situación en la frontera; y por el otro, hacer que algunos estados se sientan descobijados... y por tanto, forzados a tomar medidas extremas.
No hay mal que por bien no venga: a lo mejor esto le da un necesario empujón al debate sobre la reforma migratoria... tema al que Obama le ha estado sacando la vuelta desde su elección. A ver qué pasa.
