Comentábamos ayer que el colapso económico griego provocó una rápida reacción de sus socios europeos y del Fondo Monetario Internacional, empeñados en detener un efecto en cascada que pudiera llevarse entre las patas a otros países como Portugal, España e Irlanda.
Como bien sabemos los mexicanos, esos rescates no suelen ser muy agradables. Con frecuencia se podrían comparar a sacar a alguien del río en que se estaba ahogando, para luego darle de tubazos por andar de bruto. Las recetas del FMI generalmente contienen ingredientes muy amargos.
Esto lo intuye la población griega, que suele ser bastante alebrestada. Y por ello grupos de anarquistas, góticos, comunistas, altermundistas y otras organizaciones anti-sistema, se han lanzado a las calles helénicas a protestar ruidosamente. En ocasiones las protestas se salen de control y terminan violentamente: hace unos días, manifestantes anticapitalistas lanzaron bombas molotov en contra de un banco, quemando a tres empleados, incluida una cajera embarazada. Sí, lo políticamente correcto también tiene sus ingredientes de violencia estúpida y homicida. Los fanáticos son todos iguales, independientemente de en qué parte del espectro político se ubiquen.
Por lo mismo, las autoridades griegas despliegan policías antimotines, los llamados MAT, que no son muy moderados que digamos a la hora de emprenderla a toletazos contra los manifestantes. Los MAT ya tienen una cierta trayectoria: hace dos años tuvieron que enfrentar una ola de protestas por la muerte de un adolescente.
Y fue en esas marchas que apareció un participante muy peculiar; empezando por que andaba en cuatro patas y orinaba en un poste sí y otro no. En efecto, un perro se volvió miembro frecuente de las manifestaciones de protesta de entonces. La prensa lo apodó Kanelos, por su pelaje café.
En las recientes marchas realizadas en Atenas, en las fotografías volvió a aparecer un perro café ladrándole a las fuerzas del orden. Creyendo que era el viejo Kanelos, el periódico británico The Guardian hizo un reportaje sobre tan combativo caniche. Lo que motivó el interés en el chucho de otros periódicos.
Resulta que este perro no es Kanelos, sino Lukánikos (salchicha), aunque tiene sus mismas tendencias nihilistas. Kanelos era la mascota de un grupo anarquista, y ya murió. Lukánikos, su relevo en eso de ladrarle a la tiranía represiva, es callejero y vive en la plaza donde suelen desembocar las manifestaciones. Y ahí es donde se integra a las bandas de protestantes. Porque eso sí, siempre está del lado de los macaneados. Y parece que ya está tan acostumbrado, que los gases lacrimógenos no parecen hacerle mayor efecto.
El caso es que, en un mundo privado de liderazgos, son las fotos de un chucho revoltoso las que ejemplifican la oposición griega al FMI. ¡Qué tiempos!