El cineasta Michael Moore se hizo universalmente conocido por sus extravagantes documentales críticos de la realidad de su país. En uno, cuestiona y satiriza el amor pacheco y alocado que la población de Estados Unidos tiene hacia las armas de fuego... y las lamentables consecuencias que suelen acompañar al hecho de que haya pistolas en uno de cada dos hogares norteamericanos.
En otro (de hecho, su primer largometraje), desnuda cómo un alto ejecutivo se sigue dando la gran vida, luego de hundir a los obreros de todo un pueblo debido a sus decisiones estúpidas.
En otro más, se burla de las relaciones peligrosas entre los Bush y la oligarquía árabe, alimentando las numerosas teorías de la conspiración que brotaron como hongos después del 11 de septiembre de 2001.
En fin, que Moore es el cineasta antiestablishment por excelencia. Y como era de esperarse, ha formado escuela y tiene sus seguidores. Y seguidoras.
Una de ellas es la italiana Sabina Guzzanti, quien ya empezó a agarrar parejo. Y a la que, rizando el rizo, le gustan las autorreferencias cinematográficas. Por ejemplo, una sátira contra el actual Presidente del Gobierno de España llevó el título de "¡Viva Zapatero!", en referencia a la vieja "¡Viva Zapata!" con Marlon Brando y Anthony Quinn. En su más reciente opus, presentado en Cannes hace unos días, recrea el espíritu de Bram Stoker (y de Coppola). La cinta se llama: "Drácula + Aquila = Draquila, Italia tiembla".
Como quizá lo recuerde el amable lector, la ciudad de Aquila, en el centro de la península italiana, fue devastada por un terremoto en abril de 2009. El primer ministro Silvio Berlusconi se afanó pública y notoriamente en llevar ayuda a la región, y a que todo ello quedara registrado por las cámaras. De hecho, hizo que una cumbre de jefes de Estado se trasladara a la zona "para llevar a ella ingresos urgentemente necesitados".
La verdad, tanta actividad humanitaria de Berlusconi a mí me amoscó en aquel entonces. No, si más sabe el diablo por viejo (o bueno, madurón interesante, en el caso de un servidor) que por diablo. En efecto, según la directora Guzzanti, en los esfuerzos de ayuda a Aquila había gato encerrado. De hecho, toda una camada de gatos encostalados. Y bastante corruptos.
Así que ya se habrán hecho una idea de quién es Drácula.
Por supuesto, Berlusconi ha demostrado estar hecho de Teflón: nada se le pega. En promedio lleva un escándalo al semestre, y él sigue tan campante. Pero quién sabe cuándo se le acabe la suerte. El golpe definitivo podría venir de ese arte tan querido y apreciado por los italianos: el cine. No estaría mal como ironía.