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EL COMENTARIO DE HOY

Huesos peregrinos

FRANCISCO AMPARÁN

Como parte de los esfuerzos de los estados nacionales por forjar una identidad patria, éstos suelen crear todo un panteón cívico, formado por héroes reales o supuestos. Ese santoral civil suele ir acompañado de monumentos, estatuas y días festivos, dizque para que la gente recuerde a los próceres mientras está echado panza arriba en la playa, apestando a aceite de coco y fisgando bikinis. Sí, cómo no.

Algunos de esos monumentos son realmente notables. En París, el Arco del Triunfo en los Campos Elíseos sirve no sólo para conmemorar las epopeyas napoleónicas, sino como lugar sagrado para la Tumba del Soldado Desconocido, con flama eterna y toda la cosa.

(Bueno, ni tan eterna: cuenta la leyenda que un joven de Torreón la apagó con su atinada orina durante el Mundial de 1998. Conociendo a mis paisanos, no dudo de la veracidad del mito).

En Washington (bueno, enfrentito, en Arlington) también hay una Tumba del Soldado Desconocido. Ahí lo interesante no es el monumento, tan espantoso como casi toda la arquitectura pública de la capital norteamericana; sino la ceremonia del cambio de guardia, cada hora. La manera en que un soldado le pasa la consigna a otro, constituye todo un homenaje a la disciplina y la precisión. Sólo por ver eso vale la pena la vuelta.

Aquí en México no tenemos un monumento de ese tipo. Lo que sí tenemos es la Columna de la Independencia, en donde don Porfirio hizo poner los huesos de los próceres del movimiento insurgente de 1810-1821. Ello se realizó con motivo de las festividades del supuesto centenario de la Independencia, en 1910. Queda claro que Díaz hizo el huateque ese año porque no esperaba llegar hasta 1921 y presidir entonces los festejos de la real independencia. Aunque quién sabe; igual y podía haberla librado: murió en 1915, básicamente de tristeza.

El caso es que, como este año se festeja el supuesto bicentenario de la susodicha independencia, se le va a dar una ordenadita a las osamentas que reposan en medio del Paseo de la Reforma. El próximo 30 de mayo, con gran parafernalia militar, el Gobierno Federal extraerá de la Columna del Ángel de la Independencia las urnas que contienen los restos de los caudillos insurgentes allí resguardados, a fin de identificar plena y cabalmente quién es quién, pues se presume que fueron sepultados en desorden.

Esto puede sonar raro, pero cabe recordar que los restos que ahí reposan tuvieron distintos orígenes, fueron sepultados de diversas manesras, y algunos provienen de sitios de dudosa autenticidad. De hecho, creemos que los restos que se supone son de Morelos no lo son, dadas las dificultades para identificar la tumba de un forajido (como fue juzgado en su momento) una década después. Una calavera marcada con las letras "Mo" no sabemos si es Morelos o Pedro Moreno, cuyos restos también se supone están allí. Y así por el estilo.

El caso es que a dos siglos de distancia, la ciencia forense va a intentar determinar quién es quién de una vez por todas. Conociendo cómo se hacen las cosas en este país... a ver si no salen con su domingo siete.

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