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EL COMENTARIO DE HOY

¿El fin de ETA?

FRANCISCO AMPARÁN

Durante muchos años, el grupo terrorista vasco ETA tuvo de cabeza a las instituciones españolas. En sus peores años, cometía atentados dinamiteros casi mensualmente, asesinaba funcionarios y policías cada semana. En gran medida ello se debía a la incapacidad de las fuerzas de seguridad españolas, y a que los etarras tenían un refugio seguro al otro lado de los Pirineos: a la hora que las cosas se calentaban, se trasladaban al país vasco francés, y santo remedio. Dado que no hay loco que coma lumbre, ETA se cuidaba mucho de no provocar la ira de los franceses, a pesar de que una tercera parte de quienes hablan vascuence se hallan en Francia.

Pero las cosas cambian: la Policía española se fue profesionalizando y capacitando cada vez más. La sociedad, dentro y fuera de Euzkadi, se fue exasperando con el fanatismo y la terquedad homicida de la ETA. Y Francia decidió que no estaba en sus mejores intereses continuar con su indiferencia hacia el terrorismo que afectaba a un vecino. Y se propuso colaborar con él. Los resultados han sido contundentes.

En lo que va del año, ETA ha perdido, uno tras otro, a tres de sus líderes militares. El último, Jurdan Martitegi Lizaso, fue detenido hace unos días junto a otros etarras en las afueras de Perpiñán, en el extremo Suroeste de Francia. El automóvil en que se desplazaba era monitoreado por la Policía española desde hacía tiempo. Ésta le pasó el pitazo a los franceses, quienes sorprendieron a Martitegi y a sus acompañantes.

Que la expectativa de vida en libertad de los líderes de ETA ahora se fije en menos de tres meses, nos indica que ese grupo tiene sus días contados. Aunque el Estado español se niega a mostrarse triunfalista, resulta evidente que su lucha contra el terrorismo vasco está llegando a su fin, con un triunfo absoluto, indiscutible sobre él.

El Gobierno español no canta victoria (al menos públicamente) por dos razones: porque el terrorismo de ETA suele responder como perro rabioso cuando se le golpea tan duro, y es mejor no provocar reacciones más fuertes. Y porque ETA se ha manifestado tremendamente resistente a darse por vencida, incluso luego de una decapitación tras otra de su liderazgo.

Sin embargo, la realidad ahí está para quien quiera verla: lo que era una lucha hasta cierto punto justificada se volvió una empresa homicida sin sentido, y la inmensa mayoría del pueblo vasco le volvió la espalda. Una colaboración estrecha entre España y Francia dejó a los terroristas sin escondrijos ni escapatoria. Y una democracia funcional como la hispana les quitó argumentos a un puñado de fanáticos empeñados en una pugna sin sentido.

Pronto podremos despedirnos de ETA. Nadie los va a extrañar.

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