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EL COMENTARIO DE HOY

LA MAFIA DE BLATTERONE

FRANCISCO AMPARÁN

Es inevitable. Por más que queramos desviar la vista de lo que ocurre en la punta meridional del Continente Negro, el sonido y la furia que de allá nos llega, y no precisamente por las exasperantes vuvuzelas, nos obliga a gastar saliva y memoria de ordenador (por no decir nada de las muy perecederas neuronas) en lo que sucede en Sudáfrica.

(A propósito de las vuvuzelas: esas malditas cornetas, o algo parecido, han estado rompiendo los tímpanos y la paciencia en México desde hace, por lo menos, veinte años. ¿Por qué hasta ahora han recibido tanta notoriedad? ¿Sólo porque otro país subdesarrollado y bárbaro las ha presentado como su principal logro civilizatorio en este Mundial?)

El caso es que volvemos a tocar el tema de la justa mundialista (que, insistimos, no tiene nada de justa a menos que uno sea alemán, brasileño, italiano o argentino). Y en referencia a la mala relación que ha tenido la FIFA con los ciudadanos del país sede.

Como buena organización mafiosa que es, la FIFA ha procurado hacerse con todas las canicas y exprimir en su propio provecho todo lo relacionado con el evento. Y ello ha generado fricciones con importantes sectores de la sociedad sudafricana.

Por ejemplo, unas semanas antes de que los Ratoncitos Verdes pusieran a rodar el balón, la FIFA emplazó a juicio a una aerolínea local de vuelos baratos, acusándola de aprovechar símbolos, palabras e imágenes asociadas con el Mundial, sin haber pagado los derechos requeridos ni ser una empresa oficialmente ligada al torneo.

Lo que sea, la aerolínea Kukula se pasó de lista. Aunque también hemos de decir que apoyamos a quienes desafían a Blatterone y su familia del crimen.

Resulta que Kukula emitió un serie de mensajes televisivos en que se veía uno de los estadios mundialistas, y a un avión despegando con el eslogan: "Kukula: la aerolínea no oficial de ya-saben-qué".

A la FIFA no le hizo ninguna risa la triquiñuela, y empujó a la aerolínea a los tribunales. El asunto acabó cuando Kukula retiró los anuncios. Después de todo, como dijo un vocero de la empresa, "ya habían cumplido con su cometido".

Kukula se convirtió así en un símbolo de cómo el capitalismo depredador de la FIFA ha dejado fuera del mercado a muchos sudafricanos, que no pertenecen a la élite "patrocinadora exclusiva" del espectáculo más visto por la Humanidad.

Para echarle sal a la herida, en días pasados varias docenas de guardias de seguridad hicieron huelga, protestando por los bajos salarios que paga La Bola Nostra. ¿Así, o quieren una ventaneada más gacha?

Total, que el Mundial nos permite ver que en todos lados se cuecen habas... y que en éste, como en todos los ámbitos, lo importante es el color verde de los dólares.

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