Este día, la gloriosa selección mexicana de futbol jugará su segundo partido de la Copa del Mundo Sudáfrica 2010. Desde que se realizó el sorteo hace seis meses, los expertos en este deporte (que en México suman unos 52 millones) auguraron que éste sería el partido más duro de la primera ronda... suponiendo que haya una segunda.
En su primer encuentro Francia se vio sumamente ineficaz, sin ideas ni una figura que liderara a los irreductibles galos hacia la victoria contra la selección de una nación sudamericana con menos de la mitad de habitantes que París... pero bueno, sigue siendo Francia. Esto es, supuestamente pertenece a la élite del soccer mundial. Por tanto, hay miedillo de que a los franchutes les salga la casta y salten a la cancha con ánimo de querer vengar la derrota de Puebla de 1862... aunque apuesto diez a uno que ningún jugador galo ha oído hablar jamás de esa debacle, una de cientos (y ciertamente no de las más importantes) que han tenido los franceses a lo largo de su belicosa historia.
La cuestión es que los ánimos nacionales estarán pendientes de lo que ocurra en esos 90 minutos. Y si el resultado es adverso, los humores del sufrido pueblo mexica estarán más negros que las camisetas de los otrora Ratoncitos Verdes.
Si salen así las cosas, toda la alharaca que se ha venido produciendo desde hace tantos meses habrá sido sencilla, enojosamente en vano.
Y si por intermedio de la Virgencita Morena salen bien, de cualquier manera habría que decir que, a una semana de iniciado el torneo, simplemente ya estamos hartos.
Estamos hartos de ver innumerables variantes de exactamente el mismo comercial: en una sala sobrepoblada (¿Nadie ve el fut a solas, libre de villamelones y gente latosa parándose a cada rato?), las docenas de aficionados (¿?) siguen el devenir del partido con jetas de angustia y emoción, como si en ello les fuera la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. De pronto, todos estallan de júbilo porque alguno de nuestros fieros delanteros, histórica y proporcionalmente los más ineptos en la historia de estos certámenes, perforaron la valla enemiga. Viendo cómo esos fans se abrazan, vociferan y brincan cual chapulines, cualquiera podría pensar que el país ha dado el salto al Primer Mundo o que finalmente se le va a hacer justicia a una sociedad tasajeada por la corrupción, la impunidad y la ineptitud de su clase política.
Estamos hartos de ver tanto patrioterismo chafa, apelando a los instintos más bajos de un pueblo que, gracias a las gracias del SNTE, no sabe ni qué se festeja (¿?) en este año. Particularmente enojoso es el comercial en el que aparecen hileras de connacionales saludando ¡con el puño en alto! ¿Están cantando La Internacional? ¿O el horrendo himno de la UNAM? (Perdón, pero aunque el cien por ciento de los mexicanos mantenemos con nuestros impuestos a la onerosa "Máxima Casa de Estudios", un 98.5% no tenemos nada que ver con ella. ¿Ahora nos van a enjaretar sus saludos como si fueran los de la nación?) ¿Desde cuándo un mexicano estimula a la Selección como si fuera miembro del Rot Front comunista de entreguerras?
En fin, estamos hartos de tanta palabrería hueca y manipulación barata. Por eso, estaría bien que a la Selección la eliminaran hoy mismo. A ver si así podemos librarnos de esas fastidiosas muestras de la poca imaginación que parece prevalecer en todas partes...excepto en la alineación de Javier Aguirre.